martes, 5 de febrero de 2013
The Soft Machine. Volume Two (Válium, tú)
Como tengo la gripe, y un poco de fiebre, es un buen momento para escribir sobre La máquina blanda. ¿Eso resuelve el problema de la ingestión de drogas? No del todo, porque no resuelve mi indecisión entre el primer disco y el segundo (los cuales siempre he conocido y escuchado en formato doble, los dos juntos). Si me tomara un válium, uno, me quedaría corto; si me tomara los dos váliums, me pasaría un poco; así que, sea como sea, vamos con el válium, tú, que parece que me pierdo.
Iluminaciones I. Imprescindible muestra del Volumen Uno (en directo):
La gira americana con Jimi Hendrix Experience (1968) acabó con The Soft Machine, no exactamente porque Kevin Ayers se fuera del grupo (que también, supongo). El caso es que el Volumen Dos se grabó con Hugh Hopper al bajo y más bien sólo porque la compañía discográfica se lo exigía por contrato. Es un disco de transición hacia la nada, y sin embargo es el equilibrio perfecto entre un grupo de pop psicodélico (con derivaciones instrumentales) y un grupo de jazz a piñón (es decir, entre un grupo genuino del swingin london y un grupo a imitación de John Coltrane).
Ahora, además, me apena enterarme de las miserias de las relaciones humanas: Wyatt y Ratledge no se entendían; el grupo estaba roto en lo que importa más (el corazón) y sólo siguió porque lo decía el contrato, y luego... los conciertos y la promoción llevan a una inercia de la que a veces es difícil salirse. Third muestra a un grupo dislocado (sería su White Album; cada uno a lo suyo y una cara para cada uno y si lo toco todo yo... pues así no molestas).
En todo caso, percibo un mensaje muy claro en el devenir del grupo. Los demás no querían que Robert Wyatt cantara. Su deseo era internarse en el jazz instrumental (y a lo mejor también alejarse del carácter psicodélico-patafísico del baterista). Me parece que Third mostrará en «Moon in June» que Wyatt continuaba con la idea del collage como composición cubista; en cambio, el resto hacía largas composiciones de desarrollo armónico (es una idea que se me ocurre, no he analizado musicalmente el asunto). Eso es lo que da la clave del Volume Two, de su excelencia, de su rareza. Es un disco de canciones microscópicas que se empeñan en conectar entre sí, unidas como una sola canción, y hasta cuando cambia por completo el groove e incluso la clave armónica, parece que empasta a la perfección (estoy pensando en el comienzo de "Dada was here" y el de "Pataphysical Introduction part II"). Es una máquina a todo vapor, pero con pegada blanda. Un perfecto ejemplo para la ciencia de las soluciones imaginarias: equilibrio entre arte pop y arte culto. Emocionante.
El secreto es la melodía y la voz de Wyatt. Se produce una extraña sensación de celebración bacanal, de alegre humor exento de mala intención. La influencia de Robert Wyatt era tan fuerte que incluso la segunda cara, centrada en composiciones de Ratledge, se tiñe de sus arreglos vocales. Pero todo eso se perdería en el tiempo, como lágrimas en la lluvia (como diría el Nexus 6). Jamás, ni siquiera con la segunda Máquina Blanda (Matching Mole, machine molle), se recuperaría ese equilibrio entre solos progresivos y canciones. Luego vino la defenestración, la silla de ruedas y el cambio de tono por completo: un artista sublime, pero con una seriedad, un compromiso y una tristeza que no me producen las mismas ganas de silbar (ojo, artista sublime, sólo que renegado de aquella efervescencia psicodélica , no me extraña).
Lista de reproducción disco entero: En directo:
Iluminaciones II. Para quien desee escuchar unos minutos de la música más hermosa jamás hecha (Robert Wyatt):
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