lunes, 31 de marzo de 2014
Fleetwood Mac. Aquellos pioneros de Then Play On
En un pasado no tan remoto, pero que a mí me da vértigo, existió un intento de comercializar los mejores discos de rock. Eran los últimos 70. Lo hicieron todas las casas discográficas. Y de Hispavox fue la Serie Pioneros, que es la que a mí me llamó la atención. Para mí, es una colección mítica. Se suponía que publicaban los mejores discos de la historia de la música rock. Así, a bote pronto, en casa estuvo representada por la Incredible String Band, The Stooges, MC5, me suena que Iron Butterfly... (todos en forma de préstamo).
Eso sí, en aquella época había gente preparada que podía ver la misma jugada desde otro punto de vista, y con toda la razón: «La (serie) de Hispavox (...) resulta casi delictiva. Es una pequeña muestra del apabullante catálogo de que disponen y que en su momento representaba un tanto por ciento importante de la música que se hacia por el mundo: Tim Buckley, Buffalo Springfíeld, Paul Butterfield, The Dillards, Dr. John, Family, Gratefull Dead, Country Joe Mc Donald, Randy Newman, Tom Paxton o tantos otros que o no salieron nunca o lo hicieron parcialmente para ser retirados de forma casi inmediata.» JOSÉ MANUEL COSTA 16 MARZO 1978 (El País)
En efecto, en España nada salía a su debido tiempo. (De ahí los jipis tardíos. De ahí el atracón de la movida.) Pero no me arrepiento de haber cantado «Eva María se fue» mientras jugaba en el lavadero de mi casa.
En fin, y recuerdo perfectamente, que en esa colección salió el Then Play On, de Fleetwood Mac. No sé si llegamos a escucharlo (mi hermano se acordará). A mí me gustaba la portada, pero no entendía qué tenía que ver con Rumours (recordemos que en España pasaba eso, precisamente, y... ¡magia potagia!, uno se encontraba al mismo tiempo en 1969 y en 1977). Siempre me pareció un disco misterioso.
En fin, pasó el tiempo. En realidad, seguí sin saber nada de los Fleetwood de Peter Green. Seguramente había oído «Albatross» (su single de mayor éxito) en la radio. No sé si me constaba de qué grupo se trataba. Recuerdo vagamente que esa melodía me sonaba familiar. Sin embargo, no se me ocurrió asociarla al rock. Mucho después, cuando descubrí de dónde venía (mucho después), me pareció una obra maestra de la música instrumental. Simple, hermosa, limpia.
El caso es que ahora me apetece dibujar un cuadro de ese gran grupo perdido en la confusión de la Historia. Y me apetece empezar por este single para poder llegar al elepé.
Albatross
Jigsaw Puzzle Blues. Esta es la cara B del single previo a Then Play On.
Mientras tanto, compramos un disco de la etapa intermedia del grupo: Mystery to me, en la que sobresalían Bob Welch y Christine McVie. Gran disco. Se nota el intento de hacer algo más comercial.
Y mientras tanto, en los últimos 70, me hartaba de escuchar el Rumours en la radio (grababa todas las canciones que podía en el casete); escuchaba con interés los éxitos de Bob Welch («Two Hearts for the Tango»), y me sentía muy interesado por un guitarrista que decían que había pertenecido a los Fleetwood Mac y que bajo el nombre de Peter Green sacaba su primer disco en años: In the skyes. Música muy sugestiva, voladora (aunque se pueda considerar un disco menor).
He aquí el single que sacaron después de Albatross (y que tampoco está en el disco original).
Man of the world
Somebody's Gonna Get Their Head Kicked In Tonite
No hace tanto (pon que diez o doce años), me decidí a comprar un doble cedé recopilatorio de la etapa de Peter Green, Jeremy Spencer y Danny Kirwan. Me quedé estupefacto. Amigos, siempre he sido un gran fan de los Allman Brothers, y jamás, digo jamás, había escuchado a un grupo que le llegara a la suela de los zapatos en el terreno del blues-rock más arriesgado (más jam, dicen hoy; a mí me parecen, sencillamente, más ricos). Y por fin lo había encontrado. Fleetwood Mac. Black Magic Woman (sí, sí, pero yo sólo conocía la versión de Santana), The Green Manalishi, Rattlesnake Shake, Albatross... Bueeeeno, no es que tengan tanto que ver con los Allman, pero eso fue lo que se me ocurrió entonces (lo juro). Y la destreza con las guitarras merece la comparación.
Entonces me informé mejor. Y me enteré de cosas que siempre habían flotado: el protagonismo de Peter Green al sustituir a Eric Clapton en el grupo de John Mayall (haciéndolo igual o mejor), la gloria blusera, el descontrol con las drogas, la desaparición de los medios, la tímida vuelta, el Splinter Group... Ojo, que tengo algunos conciertos en deuvedé del 2003 y el tío va como perdido..., pero toca, ¡vamos que si toca! (y canta poquito, eso sí, como un pajarito).
¿Y qué se atrevían a hacer con Then Play On? Pues, precisamente, a incrementar la paleta musical, a usar las guitarras de palo como si fuera música clásica, a cantar como si no fueran brutos y melenudos, sino como si fueran ángeles melenudos. En fin, eran muy jipis, al parecer. Buen rollo, colega, pásame el joint, ¿has probado estos hongos?
La cosa acabó con conversiones religiosas, internamientos en instituciones psiquiátricas y una transformación del grupo hacia el pop que dentro de cien años dará lugar a una novela (El misterioso palimpsesto de Fleetwood Green).
He aquí sus dos últimos singles, justo después del elepé.
Oh Well (part 1)
Oh Well (part 2)
¿Qué música está sonando? Blues-rock, sí. Pero con una seguridad en el despegue instrumental, con un despegue de los cánones, que me deja asombrado. Y luego, esas guitarras que pretenden dibujar un espejismo, que no se acaba de definir, pero que te lleva hacia otros paisajes.
Más tarde, la violencia del Manalishi. Y la belleza del mundo en armonía.
The Green Manalishi
The world in harmony
Se notaba algo raro. Una mezcla imposible. Then play on es la culminación de esa destilación que no existe más que en los alambiques de la fantasía. Una de cal, y la otra de crema. Canciones soñadoras, en general muy tristes; bluses áridos; instrumentales a todo trapo; un halo de trascendencia muy raro, como fuera de lugar.
Ahora que los Fleetwood de Rumours están de gira, por nostalgia y por dinero, podrían haberse reunido con Peter Green para algo menos lujoso y mucho más artístico.
Reedición Deluxe de 2013 (Then Play On al completo, según su edición inglesa original e incluyendo al final los dos singles posteriores al álbum que ya he incluido antes).
Y para finalizar, un documento visual imperdible. En directo.
domingo, 16 de marzo de 2014
Gotic - Escenas irrepetibles de la vida
Este vinilo lo he tenido en cartera desde que iniciamos el "blog". Cayó en mis manos en una tienda de esas de segunda mano. Alguien lo desechó tras escucharlo, quizás le disgustó que sólo fuera instrumental, igual confundió la portada con un disco de "Yes" y se mosqueó al comprobar que no cantaba Jon Anderson. Es muy probable que no fuera un lince al analizarlo. Me hice con él bien barato, tenía muy buenas críticas. Al parecer hoy en día es pieza de coleccionista y vale una pasta. Yo lo tengo, pero no lo vendo.
Este grupo catalán sólo grabó y publicó un único disco pero, después de escucharlo, me parece que no necesitaban más. Cuando a alguien le sale de inicio algo tan bello ¿Para qué intentar volverse a imitar? Luego sus integrantes siguieron por separado Jordi Vilaprinyó como compositor y pianista y Rafael Escoté como miembro de Pegasus, del resto no tengo noticias.
Para la grabación utilizaron algunos instrumentos prestados (Joan Albert Amargós el piano, Ángel Pereira la batería) y utilizaron formas nada rockeras, de músicos de cámara, bien formados y educados, con influencias sinfónicas y del jazz, con ganas de hacer algo nuevo y bello. Lo consiguieron de forma impecable.
El disco si se me permite la analogía muestra todos los momentos de la vida, es comparable con las estaciones del año, con las fases de la luna, con todos los instantes de un día, pero siempre con una perspectiva y un atrevimiento juvenil. Sin dudas, sin los miedos que surgen con las oscuridades y las dificultades. No hay ni asomo de pesimismo.
El disco se inicia francamente optimista, como esta mañana soleada. La primera composición ("Escenes de la terra en festa i de la mar en calma") refleja un amanecer en el campo cercano a la costa, la conjunción casi perfecta de la naturaleza y sus habitantes. Son cantos de pájaros, arrullos de luz y vientos de primavera, es despertar perezoso y a la vez esperanzado, una mirada a reflejos de sol filtrados por los espacios entre las maderas de las persianas.
"Imprompt" Es algo más de jazz, un poco más caótica. Es travesura infantil a la luz del día, jolgorio, risas y alegría inocente, son carreras entre cunas y camas. Una persecución alegre al romper la mañana. Una taza de chocolate caliente y tostadas.
"Jocs d'ocells" Es una fanfarria. Juventud, alegría, gozo y ansias de libertad. Se inicia apacible, poco a poco se va elevando, los trinos de las flautas se desbordan con el piano de fondo que se rompe en un estribillo musical hermoso y solar.
"La revolució" Son manos haciendo ondas en el agua, es romanticismo, razonamiento, ganas de cambio y esperanza. Primavera apuntando al verano, algunos chubascos. Alegría preparatoria de verbenas y solsticio estival.
"Dança d'estiu" es una sinfonía cerca de la playa. Es noche de verano. Firmeza de la madurez primaria, todo parece claro, todo está al alcance de la mano, nada amenaza el futuro que se muestra limpio como un horizonte sin nubes. Es una fiesta de bodas esperanzada. La guitarra (que se emplea muy poco en todo el disco) suena aflamencada.
"I tu que hoi veies tot tan facil". Pese al título no muestra en absoluto dificultad alguna, no hay nubarrones en el horizonte aunque se barruntan las primeras canas, pero se afrontan con seguridad. Está escrita con el ánimo del joven que visualiza el paso de los años desde una perspectiva tranquila y pausada.
"Història d'una gota d'aigua" Es la composición más madura, es el resumen de todo lo relatado. La flauta marca los tempos, te va transportando lentamente en el aire como una pluma o como esa gota de agua a punto de ser absorbida, de elevarse a nube con la guitarra eléctrica, para volver a caer lentamente al mar con las notas del piano. Es extraordinariamente plácida, conforma un bellísimo final para el disco. Es la muerte anunciada desde el principio, es la circularidad de la vida. No muestra nada de miedo ante la incerteza. Sigue siendo claridad, nunca penumbra. La mejor del disco sin duda.
Una obra maestra sin suficiente reconocimiento, publicada en 1978, perfecta para este final del invierno con perspectivas de cambio y que hoy me ha dado por recordar sin gota alguna de nostalgia. Espero que lo disfutéis.
Este grupo catalán sólo grabó y publicó un único disco pero, después de escucharlo, me parece que no necesitaban más. Cuando a alguien le sale de inicio algo tan bello ¿Para qué intentar volverse a imitar? Luego sus integrantes siguieron por separado Jordi Vilaprinyó como compositor y pianista y Rafael Escoté como miembro de Pegasus, del resto no tengo noticias.
Para la grabación utilizaron algunos instrumentos prestados (Joan Albert Amargós el piano, Ángel Pereira la batería) y utilizaron formas nada rockeras, de músicos de cámara, bien formados y educados, con influencias sinfónicas y del jazz, con ganas de hacer algo nuevo y bello. Lo consiguieron de forma impecable.
El disco si se me permite la analogía muestra todos los momentos de la vida, es comparable con las estaciones del año, con las fases de la luna, con todos los instantes de un día, pero siempre con una perspectiva y un atrevimiento juvenil. Sin dudas, sin los miedos que surgen con las oscuridades y las dificultades. No hay ni asomo de pesimismo.
El disco se inicia francamente optimista, como esta mañana soleada. La primera composición ("Escenes de la terra en festa i de la mar en calma") refleja un amanecer en el campo cercano a la costa, la conjunción casi perfecta de la naturaleza y sus habitantes. Son cantos de pájaros, arrullos de luz y vientos de primavera, es despertar perezoso y a la vez esperanzado, una mirada a reflejos de sol filtrados por los espacios entre las maderas de las persianas.
"Imprompt" Es algo más de jazz, un poco más caótica. Es travesura infantil a la luz del día, jolgorio, risas y alegría inocente, son carreras entre cunas y camas. Una persecución alegre al romper la mañana. Una taza de chocolate caliente y tostadas.
"Jocs d'ocells" Es una fanfarria. Juventud, alegría, gozo y ansias de libertad. Se inicia apacible, poco a poco se va elevando, los trinos de las flautas se desbordan con el piano de fondo que se rompe en un estribillo musical hermoso y solar.
"La revolució" Son manos haciendo ondas en el agua, es romanticismo, razonamiento, ganas de cambio y esperanza. Primavera apuntando al verano, algunos chubascos. Alegría preparatoria de verbenas y solsticio estival.
"Dança d'estiu" es una sinfonía cerca de la playa. Es noche de verano. Firmeza de la madurez primaria, todo parece claro, todo está al alcance de la mano, nada amenaza el futuro que se muestra limpio como un horizonte sin nubes. Es una fiesta de bodas esperanzada. La guitarra (que se emplea muy poco en todo el disco) suena aflamencada.
"I tu que hoi veies tot tan facil". Pese al título no muestra en absoluto dificultad alguna, no hay nubarrones en el horizonte aunque se barruntan las primeras canas, pero se afrontan con seguridad. Está escrita con el ánimo del joven que visualiza el paso de los años desde una perspectiva tranquila y pausada.
"Història d'una gota d'aigua" Es la composición más madura, es el resumen de todo lo relatado. La flauta marca los tempos, te va transportando lentamente en el aire como una pluma o como esa gota de agua a punto de ser absorbida, de elevarse a nube con la guitarra eléctrica, para volver a caer lentamente al mar con las notas del piano. Es extraordinariamente plácida, conforma un bellísimo final para el disco. Es la muerte anunciada desde el principio, es la circularidad de la vida. No muestra nada de miedo ante la incerteza. Sigue siendo claridad, nunca penumbra. La mejor del disco sin duda.
Una obra maestra sin suficiente reconocimiento, publicada en 1978, perfecta para este final del invierno con perspectivas de cambio y que hoy me ha dado por recordar sin gota alguna de nostalgia. Espero que lo disfutéis.
miércoles, 12 de marzo de 2014
Mark Hollis. Plegarias del silencio.
No tengo ni idea de cómo descubrí este disco. Ni siquiera recuerdo ser muy consciente de que Talk Talk fueran un grupo que pudiera interesarme (estoy hablando de los últimos años 80) ni que yo supiera quién era Mark Hollis (ahora estamos ya a últimos de los 90). De alguna forma lo relaciono con mi seguimiento de la carrera de David Sylvian. Alguien pudo hacer una comparación. Puede que leyera una sugerencia. En fin, compré el cedé cuando salió, en 1998.
Fue una revelación instantánea. Pero de ignición muy lenta. Supe que aquello me gustaba mucho, pero me daba miedo que fuera un espejismo. No creo que haya escuchado este disco más de treinta veces. Como si temiera desgastarlo, o como si estuviera prescrito únicamente para momentos infrecuentes.
Ahora ya han pasado muchos años, ¿no? Ya se puede juzgar.
Es una obra maestra. Lo digo incluso guardando reparos: la voz de Hollis..., ¿demasiado quejosa?, ¿demasiado blanca? Canta muy bien, qué voy a decir. Pero sueño con algo que equidiste de la gravedad de Sylvian y la fragilidad de Hollis. En fin, para eso estamos los consumidores, para poner en duda la cantidad de sal y pimienta.
La música está construida con un minimalismo espectacular. Cuando suena cada instrumento, se me encoge el alma en la pureza de su sonido. Las guitarras acústicas, uf, parece que rasguen la tela de un silencio místico. Los armonios, los pianos... Pero parece que con estos plurales doy la impresión de que suena mucha música. No. He dicho que es minimalismo. Suena muy poca música. Pero es maravillosa.
Es música de cámara. Podría ser blues blanco. Si Weather Report hacían música barroca dentro del jazz-rock, esto es música contemporánea dentro de la canción melódica. No hay canciones con estructuras obviamente repetitivas. Cuando te das cuenta, estás metido en la corriente. Cuando aprecias las repeticiones, uno se da cuenta de que ya no las busca. Y te dejas llevar.
Tiene peligros. Lo reconozco. Puede resultar pretencioso. Sin embargo, ahora mismo estoy dispuesto a discutir con quien defienda que la música sólo se limita al entretenimiento. Dios mío, estaría dispuesto a batirme en duelo con quien sostuviera que el arte (por ejemplo, la literatura) sólo sirve al entretenimiento.
No puedo entrar en las letras. (Mira que les intento buscar sentido, que a veces incluso las entiendo. Una especie de pintura a brochazos de versos.) Lo importante es la manera de cantarlas. Un epitafio. Expresiones sueltas. Voces quejosas. Voces suplicantes. Oraciones. Solamente otro instrumento. Y es suficiente.
El disco en lista de reproducción:
O el disco entero:
Ambas opciones son buenas. El caso es que no tiene mucho sentido distinguir canciones, al principio, porque lo importante es apreciar el estilo, la hermosura de la propuesta, el timbre sensacional de los instrumentos, la tensión del silencio.
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