sábado, 28 de septiembre de 2013

Todd Rundgren. Sanador de inadaptados



¿De quién merece la pena repetir post? La respuesta es evidente: de aquellos artistas de los que tengas más obras. Si te has dedicado a recopilar tantas, será que hay más de una que merece la pena. En el caso de este blog, eso se traduce en que, por ejemplo, se han dedicado tres entradas a Robert Fripp (dos de ellas semirrepetidas sin querer), y lo mismo podría ocurrir con REM, Peter Hammill, Van Morrison, XTC, Javier Bergia, Carlos Chaouen, David Sylvian, Joni Mitchell, etc. Y..., ¡en efecto, Todd Rundgren! 

Poco importa quién redactó la entrada dedicada a Something/Anything. Hay pasiones que se comparten sin ningún esfuerzo. Y me parece que los que hemos pasado muchas horas escuchando música nos debemos parecer en algo. ¿Será que siempre fuimos unos inadaptados?

Todd llegó a casa antes, creo que a través de un especial de Vibraciones (donde poco más o menos decía que todos sus discos eran obras maestras absolutas); pero, que yo recuerde, lo hizo de forma masiva a través de una pareja de hermanos de las Casas Baratas del Turó de la Peira, los hermanos Martínez. Eran fanáticos de Rundgren. Lo tenían todo allá por los primeros años ochenta. Y por ellos pudimos escuchar muchos más discos de los que podíamos comprar. Gracias. Y Todd llegó para quedarse, a través de sus dos caras: en solitario y con Utopia. 

La carrera de este hombre es larguísma y compleja, pero podría resumirse valientemente en que es un maravilloso compositor de melodías pop y un avezado ingeniero de sonido, en que siempre le ha gustado experimentar dentro de un orden y que su aceptación del comercio industrial no ha traspasado nunca la propia dignidad, y en que su gusto por el soul y el rock duro le otorgan un sonido tremendo, muy atractivo. 

Healing era su noveno disco, me parece (sin contar a Nazz y a Utopia). Y en él mezcla la sabiduría en eso de hacer ruidos y usar sintetizadores con melodías plácidas, muy recomendables para la banda sonora de un día de felicidad estoica. Al parecer, el hombre se sentía muy agobiado, y creyó oportuno curarse a sí mismo con este disco. En él canta y lo toca todo, como en muchos otros suyos en solitario (si no me equivoco, hasta hace todos los coros). 

No es el disco para conocer al Todd más guitarrero (para eso, Ra, de Utopia, o Back to de Bars, el doble en directo de la época de Hermit of mink hollow. Qué discazo), pero es definitivamente una obra muy hermosa. Se divide, según el propio Todd, en dos partes. La cara uno cuenta la historia, y la cara dos es la banda sonora de esa historia. 

Recomiendo escucharlo de cabo a rabo, cómodamente sentado, y con la expectativa de asistir a una exposición de paisajes y sentimientos emocionantes. 

Todos los médicos deberían tener este disco junto al caduceo y al diploma. En verdad, sana a quien lo escucha. 

 Disco completo

 

 Concierto completo

 

sábado, 21 de septiembre de 2013

Una tribu de 10.000 maníacos.


Una proyección de recuerdos, una sucesión de imágenes aisladas, de alusiones a otros tiempos, caras viejas de jóvenes expectantes, momentos grabados en celuloide y extraidos en papel por ácidos en lóbregas habitaciones, sirven como medio para festejar aniversarios. Casi siempre tienen banda sonora, alguien les añade de forma mágica la música que sonaba en ese tiempo. Todos sonríen, aplauden satisfechos.

Hay quien no puede, no encuentra las manos en ese momento. Hay quien no los tiene, quedaron velados los carretes por el paso del tiempo. A veces sólo quedan pergaminos ajados, escritos indescifrables, redactados en lenguas muertas, antigüedades irreconocibles que parecen piedras. Son personas sin pasado ni futuro... sólo con presente. Algunos viven, otros piensan que están muertos.

Doce fotos antiguas tiene este disco, una por cada mes del año. Hoy me parecen en escala de grises, como la de la portada. Parece que relaten acontecimientos ajenos. Yo por lo menos no los reconozco. Doce preciosas canciones archivadas en lo más recóndito de una biblioteca plena de telarañas. Y ahí estaba junto a este disco una ciudad en fiestas llena de guirnaldas, escenarios y conciertos y una decisión impetuosa (como todas las decisiones). Todo ello ahora en blanco... o en negro, no sé cual de los dos colores refleja mejor el vacío más inmenso.

Aquí tenéis el disco entero. Evocadora voz, transparente, irresibistiblemente atractiva Natalie Merchant. Corta los huesos del pecho como mantequilla, pone los corazones al descubierto. Y es que el verano se acaba y se acortan los días y suceden aniversarios y misterios eclesiales.

"Holidays must end as you know
All is memory taken home with me
The opera, the stolen tea, the sand drawing
The verging sea all years ago"

Verdi Cries. 10.000 Maniacs

corolario.
(Del lat. corollarĭum, de corolla, coronilla).
1. m. Proposición que no necesita prueba particular, sino que se deduce fácilmente de lo demostrado antes.

Algunas canciones:
"Whats The Matter Here"

"Hey Jack Kerouac"


"Like the weather"
"Peace Train", una versión de Cat Stevens
"Don't talk"

"Gun Shy"
"City of Angels"
"A Campfire song"

"Verdi Cries". Emocionante y vibrante. Merecedora de escenario de ópera.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Jeff Buckley. Bocetos para emborrachar el corazón



Está bien, el estallido de la estrella fugaz fue Grace, claro que sí. Y fue Grace el disco que me dejó hipnotizado en el mismo momento en que fue publicado (1994). Pero puede que este malogrado (Sketches for) My Sweetheart The Drunk (1998) sea un mejor resumen, precisamente porque no es la obra maestra perfectamente delimitada, sino la obra maestra en marcha (hasta que le dio por hacer el gilipollas en un río con las botas puestas), la obra maestra que estábamos esperando mientras vivíamos de un lompley y unos cuantos epés.

Cuando escuché Grace por la radio, me quedé muy sorprendido de cómo alguien había podido mezclar tan bien, sin que se notara, el heavy metal (una pizca) y el pop-rock (una dosis). Creo que escuché un par de canciones, no recuerdo, y supe que tenía que comprar el disco. Lo hice. Creo que tengo conciencia de haber descubierto dos obras maestras absolutas por mí mismo (me refiero a descubrirlas casualmente; es evidente que siempre te las descubre el que las pone en la radio, etc.; me refiero a que ningún amigo te las recomienda, sino que suenan una vez y dices: ¡Es esto!). Esos dos discos son Night on my side, de Gemma Hayes y el del amigo Buckley.

Pero, bueno, el tipo nos dejó con un palmo de narices, esperando el segundo disco. Y cuando salió, era un esbozo de lo que..., en fin, eran las canciones de las sesiones de grabación con producción de Tom Verlaine y las maquetas caseras de otras que a lo mejor hubieran entrado en sesiones posteriores: los bocetos para Mi corazón, el borracho.

En este, el que hubiera sido su segundo disco, Jeff Buckley demuestra aún más su corazón soul, su vena roquera y la atracción por los mantras indostaníes. Es una demostración espectacular de cómo se pueden unir los 60, los 70, los 80 (ese punto siniestro y ambiental) y los 90. Vamos, que lo hacía todo, y todo bien.

La primera, ¿no? Uno empieza y dice: ¡Coño, menuda caña! Pero si es muy lenta, hombre. Sí, sí, pero es muy violenta. Menuda mala leche.

The Sky Is a Landfill

Un suponer: nos ponemos directamente la segunda canción. Ah, entonces, ¿si el soul fuera blanco, sería esta canción, no? Seda pura. Una delicadeza que derrite cualquier voluntad. Si tuviera que ligar, lo haría con esta maravilla. Y si ya hubiera ligado, la volvería a poner para amenizar la folganza. No tiene límites, es tan hermosa que me da pena dejar de escribir de ella.

Everybody Here Wants You

La variedad, el gen ochentero (no sé, Felt, Durrutti Column, algo así). No sé a qué se refiere la gente cuando desprecia los 80; supongo que es porque no los vivieron con interés. Anda que no había gente que hiciera buena música. Jeff creo que pescó algo en ese océano. ¿Una simple canción de cantautor con tecnología avanzada? Vale. Pero qué grande.

Opened Once

Vuelve el sonido pesado del bombo, ominoso. Y la canción contiene la palabra pesadilla. En fin, vuelve el Buckley malsoñante, peligroso.

Nightmares by the Sea

Esta, por ejemplo, es una clara gema pop que adquiere filos insospechados. Hasta parece un poco grounge. En fin, no me gusta del todo presentar las canciones, porque no hay nada como escucharlas (una vez convencido de que es necesario, absolutamente necesario, hacerlo).

Yard of blonde girls

Witches' Rave

New Year's Prayer

Morning Theft (Esta es de mis preferidas: ese momento en que una canción se parte en dos y de ella surge una coda que hace que te olvides inmediatamente de dónde estás. Cómo puede uno derivar, desembocar, en el minuto 1:57 en una coda tan magistral, tan hipnótica, tan... Creo que si fuera Mozart, alguien estaría hablando de la técnica de las cadencias o similar.)
Vancouver (La guitarra, la caja y el bombo, el bombo y las guitarras, me ponen el corazón a cien. Uf, si pudiera decir cómo me siento. Me enamoro y pierdo el norte, y luego me dejan y llueve, llueve, llueve...)
You & I (En fin, y este es el último en fin: qué gloriosa voz, qué sensibilidad, qué genio.)
 Disco 1 (completo)
Disco 2 (este contiene alguna mezcla distinta y más bocetos, la gran mayoría maquetas de baja fidelidad..., ejem, espectaculares)
 Un documental muy recomendable.
 Una de las mejores canciones del mundo.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Vietnam, Siria, and etc. Jimi Hendrix en la memoria



Bueno, cuando tenía 15, 16, a veces iba a casa de un amigo, Andreu V. i R., un tipo al que posiblemente le quede demasiado lejos. Pero me dejaba entrar en su habitación, me ponía a Country Joe and the Fish, me ponía a Peter Kaukonen (ole, sus huevos), me ponía a Carlos Santana con John McLaughlin, a Ten Years After... y me ponía "Machine Gun", de Jimi Hendrix. Además, se liaba unos porritos y los compartía conmigo, encendía incienso y hablábamos de libros (me dejaba libros, me dejaba discos). Recuerdo que con él conocí y profundicé en las colecciones y editoriales de libros de tradiciones medievales y fantasía céltica. En fin, un saludo. No sé, quizá sigues en el Turó de la Peira; quizá estás en Bolivia siguiendo tu senda de doctor en Antropología. He aquí las huellas de nuestro encuentro.









Y también estaba esta (lástima de tilde), claro. La canción que para mí resume al genio de Seattle (lo digo de memoria).





P.S. Je, je, sí, sí, también me dio a conocer a los Freak Brothers, o él o el Star, o el Vibraciones..., y a Robert Crumb...