Dicen los historiadores que el siglo XX empezó de verdad tras la 1ª G.M.; en Arriba y abajo (Upstairs and dowstairs) el mundo cambia tras el hundimiento del Titanic; y quizá los años 80 terminaron cuando volví a Barcelona después de pasar un año en Ceuta, cumpliendo con la ley. Estuve fuera el año de 1988. No he sentido jamás un respeto total por el vínculo de grupo, así que, normalmente, después de una larga ausencia, padezco la sombra de haber sido desplazado u olvidado: ya no soy nadie. Creo que es una sensación común.
Por esa época, más o menos, ocurrió que mi hermano se había establecido por su cuenta, es decir: se llevó los discos. (Aquí se debe decir que él comenzó a trabajar y a ganar dinero muy joven, y yo probablemente todo lo contrario, así que el 99% le pertenecían.) Pero la sensación de pérdida no fue nada comparada con el misterio que tenían los nuevos discos que aparecían en sus estantes. Ya no los oía con la placidez de pensar que se iniciaba una larga relación; los escuchaba a toda prisa, y con la clandestinidad del ladrón que ha de decidir rápidamente qué merece la pena grabar para llevarse a su cueva. Por suerte, también empecé a trabajar y a comprarme mis propios discos.
Bien, habíamos dicho que le felicidad se acabó en 1988. Orange Juice siempre parecieron un grupo feliz, y siempre me gustaron. Pero Edwyn Collins, en su primer elepé en solitario, no prometía sólo cierta dosis de esperanza, sino también una sombra de duda. Corría ya 1989.
La portada, amigos: en ella se puede apreciar que las cosas no van del todo bien. Foto de Collins en un claroscuro barroco que bien podría haber sido hecha por David Lynch. El título: Hope and despair (Esperanza y desesperanza). La primera canción: Ah, la primera canción. OBRA MAESTRA. ¿Cómo iba a perderme un disco que comienza con una Canción de mesita de café?
Después de todos los inventos sintéticos y tecnopoperos de los ochenta, un cantautor consigue usar el eco y la caja de ritmos con una efectividad aplastante, tanto que no se nota. El ambiente cálido, casi caribeño, se ve ensombrecido por la melodía de la voz y la letra. «Cuál es tu número: Mi número es cero. Cuál es tu color: Mi color es triste/azul. Cuáles son tus secretos: Por qué tendrían que ser contados. ¿Entonces, cuál es tu problema? Mi problema eres tú.» Una estrofa, plácida y triste, da lugar a un cambio de melodía que no llega a ser estribillo. Dos veces. Luego, un solo de guitarra acústica delicado y un puente más apasionado, en que la voz se remonta, se remonta. «Hay un lugar que conozco donde podríamos ir los dos. Nadaría siete mares, me postraría de rodillas, para poder estar allí.» Entran apenas dos acordes de guitarra eléctrica por sendos canales del estéreo que te desgarran el corazón y..., es tan perfecto que se acaba la canción. Sólo dan ganas de volverla a poner (cosa que hago en este exacto momento).
Primero me grabé el disco en una cinta de 90 minutos (en la cara A; en la B puse el Letter from home de Pat Metheny, dios qué mezcla). Después mi hermano, haciendo buen uso del ordenador con fines benéficos, me hizo una copia digital del plástico.
Hay rocanrol: "50 shades of blue". Imparable. "Darling, they wanted all". Bailable, gustosa. Hay baladas: "You're better than you know". Hay medios tiempos propios de la última época de Orange Juice, de un Caribe imposible: "The mesure of that man".
Y cumbres. No me gustaría dar a entender que este disco es uniformente precioso. Es irregular... y precioso. Y cuando uno llega a "The Wheels of love", llega a una cumbre. El camino ha valido la pena, y la vuelta valdrá la pena, porque en el valle la hermosura puede ser melancólica. Pero a la cumbre se llega con las ruedas del amor. ¿Desde dónde llegan esas guitarras? ¿Por qué el piano pone los puntos y comas con tanto estilo? «She's got a notion to set the wheels of love emotion. Set the wheels of love.» Y ahí ruedas y ruedas, de manera imparable, a la felicidad.
Durante un año, estuve volviendo del trabajo por la carretera que bordea Montjuic, que se asoma al puerto comercial de Barcelona. ¡Cuántas veces puse este casete en el loro del coche. Cuántas veces me revolucioné con el solo de guitarra final y con los coros: love, love, love, love, love, love, love, love!
¿Qué le pasa a Edwyn Collins en este vídeo?
«El 18 de febrero de 2005, durante una entrevista en la cadena de radio BBC 6 Music, Collins se sintió indispuesto, pero dijo haber sentido nauseas y vértigo debido a una intoxicación alimentaria. Dos días más tarde ingresó en la unidad de cuidados intensivos en un hospital de Londres, tras haber sufrido una hemorragia cerebral. El 25 de febrero fue operado tras sufrir una segunda hemorragia. La operación fue un éxito, y actualmente está en proceso de rehabilitación neurológica.» (Wikipedia dixit.)
Yo me enteré en el festival de documentales musicales de Barcelona In-Edit, en 2007, viendo una película sobre este percance. Debo decir que salí muy emocionado del Club Coliseum y que me compré de inmediato su siguiente disco, que había grabado justo antes del ataque (Home again, bueníssssssimo).
Más obras maestras: Ghost of a chance.
http://es.myspace.com/wwwmyspacecomedwyncollins/music/songs/ghost-of-a-chance-58223442
Y "Hope and despair"... Vaya, parece difícil encontrar vídeos o audios de este disco. Os puedo decir que esta última canción es una maravilla y que podría haberla hecho Lloyd Cole en sus mejores tiempos.
Si alguien tiene curiosidad por esta perfecta transición entre Orange Juice y su éxito con A girl like you, lo puede encontrar en http://killingmoonmusic.blogspot.com/2011/06/edwyn-collins-hope-and-despair-1989-mp3.html, y también lo puede comprar, digo yo.