jueves, 13 de junio de 2013

Neil Young. Una nota para ti

Llego tarde. Como siempre o casi siempre, llego retrasado. Tengo una pequeña excusa: esta entrada le tocaba a mi hermano, pero últimamente especula, se enreda y anda un poco descarriado. Dice no se qué de unos exámenes, pero a mí me suena a excusa barata porque ya no está en edad de ser examinado.

El quería hablar de nuestra experiencia viendo "The Last Waltz" y la actuación del Sr. Young cantando "Helpless". Pero a mí (rebelde que es uno y cosas de la memoria porque apenas tenía 16 años) me salían recuerdos del cine Publi en unos bajos del Paseo de Gracia,  del aroma de sus lavabos, de las luces del acomodador (que todavía existía) y cuando oía la armónica del inicio de esa canción, me salían canciones de Dylan y, Joni Mitchell, en lugar de los coros, cantaba "Coyote" y se me ponía la piel de gallina con un Van Morrison en "Caravan" ridículamente vestido con lentejuelas y con bastante pelo.

En total, una sucesión de recuerdos minimalistas, distorsionados, apelotonados. De cuando los grandes directores de cine hacían documentales de conciertos en lugar de glamourosos videoclips y duraban meses en las salas comerciales y sólo allá podíamos verlos. Una época en la que tardaban siglos en llegar esas películas y las esperábamos porque habíamos oído hablar de ellas. Algunos han confundido esa maestría y ahora hacen películas cuyos argumentos acompañan a las canciones en lugar de utilizar éstas para potenciar los sabores de las historias.

En definitiva, como no me salía escribir sobre la película, me dió por hacerlo sobre un disco que contiene una interesante película (veáse el video que da título al álbum). Éste es un álbum de Neil Young del que se habla poco. Igual es porque su nombre en la portada original aparece más pequeño que el del grupo acompañante. Esa portada tuvo que ser modificada por una (a mi juicio) estúpida denuncia del Sr. Harold Melville. Al parecer opinaba que eso de los "bluenotes" le pertenecía de forma exclusiva. A mí me parece una tontería suprema, pero algún juez le dió la razón y la portada ha cambiado por orden sumarial. Igual cometo un delito conservándola tal cual estaba cuando compré el vinilo allá por el 88 (hace ahora 25 años) en Discos Castelló. También estuvieron poco contentos con él la MTV y Michael Jackson pero de eso hoy no hablamos.

Quizás tampoco se habla mucho de él porque se aparta un poco de la línea habitual de este artista. Igual a alguno de sus fans no les gusta que suene tanto a música de club, que abunden los instrumentos de viento y que asomen por los lados flecos de blues y soul que poco cuadran con las rubias melenas. A mí me parece una joya y como tal lo tengo guardado como oro en paño.

"If I can't have you. I Don't want nothin' else"

Cuando lo compré andaba yo liado en quiero y no puedo, en noches sin dormir, perfume de zotal  vestido con zuecos y tíos con jeringuillas en los codos persiguiendo animales ficticios. Bien pensado, mi vida no ha cambiado mucho desde entonces. La única diferencia es que ahora este disco ha mejorado al ser más añejo y oírlo no me causa en absoluto tristeza y los tios con jeringuillas están casi todos muertos. Entonces sentía puñaladas cada vez que ponía "Coupe de Ville" o "One Thing" y pavor de los sótanos donde habitaban los de las jeringas.

El vinilo lo tengo de un negro antracita impecable, ni un defecto. ¡Que bien sigue sonando pese al paso del tiempo!

Ya falta menos para Frías. ¡Menudas ganas que tenemos!!!
 "One of these days. You're gonna wake up an I'll be gone. You'll open your eyes ans see the truth."



sábado, 1 de junio de 2013

Los Madison. En los teatros del Canal. Si no triunfan es que no nos los merecemos

Cada vez que veo a "Los Madison" en directo siento vergüenza ajena. Soy incapaz de entender que la sala no esté llena. Me pregunto donde se ha metido la gente. ¿Qué les pasa? ¿Por qué no vienen? ¿Dónde están los afamados críticos de las revistas rockeras? Debe ser que están ocupados en la presentación de cualquier producto novedoso con etiqueta "indie" o deben estar escribiendo un nuevo libro sobre un cantante consagrado que hace años que vive relajadamente en un rancho a costa de los beneficios de alguna dudosa obra de rock maestra, o quizás recuperándose de la resaca del Primavera Sound.

Yo a la que los veo anunciados compro con anticipación las entradas, siempre pienso que se van a agotar y más teniendo en cuenta lo asequible de su precio. Y ya van tres veces que se repite lo mismo... La gente acude a medias, aquello no se llena, y se me pone cara de tonto al llegar y ver que no hay cola...Y pienso (y temo) que ellos se van a hartar de nosotros, de que no les hagamos caso, que van a poner cara de desespero, de no entender nada, que van a salir a cumplir y poco más. Que se van a cortar la coleta y lo van a dejar.

Y a ellos les da lo mismo, empiezan a tocar y derrochan sinceridad y ganas, verdadero y puro rock and roll, sin malabarismos verbales ni zigzagueos. Sacan ese repertorio de canciones cantadas a voz en grito en las barras de los bares, en los "vertederos de amor" donde se desangran los poetas con los ojos deformados a través de los cristales de las copas. Y sudan de verdad arrancando las notas de los instrumentos y a Txetxu se le ingurgitan las yugulares de potencia, porque tiene una voz superlativa, es de esos cantantes que imponen su voz a la del público más vociferente. Y saltan a tocar sin miedo entre el público, incluso cantan "a capella". Y les da lo mismo que seamos diez, quince o quinientos. Ellos han venido a disfrutar, a sincerarse, a ofrecer sus emociones sin esperar nada a cambio, a intercambiarlas generosamente con los que allí estamos.

Para postre son unos individuos llanos, del pueblo, se paran a hablar con cualquiera, agradecen cualquier gesto de ánimo y se les ven las caras satisfechas al salir del escenario. Y no parece que estén dispuestos a rendirse.

Cada vez que salgo de la sala pienso en no decir nada, en no contarlo, en que sigamos disfrutando sólo unos pocos de esos conciertos memorables, mágicos. En que si se hacen demasiado conocidos se pueden malear entre las manos de tanto gañán de este mundo musical, en que pueden perder frescura entre canapés y copas,  agotar sus hormonas entre "groupies" bien dispuestas, porque con el estómago bien lleno y vaciadas las glándulas genitales es difícil escribir canciones veraces y salir a la aventura a la carretera.

Pero ellos no tienen culpa de nuestro desconocimiento, inisiten en desasnar a los auditorios, no tiran la toalla. Se tienen bien ganado su dinero. Por lo tanto es nuestra obligación mantenerlos, no dejarlos en la cuerda floja, que no tengan las "horas contadas". Merecen sobradamente un público así que sólo falta que nosotros hagamos  los méritos. Si no triunfan es porque no nos los merecemos.

No esperéis a que sean historia para comprar sus discos o para ir a verlos. Que no os lo tengan que contar más.