El disco es el único de este artista, si no recuerdo mal, fue publicado tras su trágica y prematura muerte en 1997, supongo que no vendió muchas copias, así que la mía debería considerarse pieza de coleccionista, igual vale una pasta y yo sin saberlo, pero no lo vendo.
El tono del disco es medio canalla, medio punk, medio cantautor, algo flamenco, toques rockeros y, sobre todo, autodidacta. El autor tiene unas ganas locas de comunicar, de sincerarse, y de remover al personal, le importa un bledo lo comercial o mantener un estilo y, así sin quererlo, marca estilo. Las letras son de las que no dejan frio, siguen siendo actuales con el paso del tiempo.
Son trece canciones que no llegan a cuarenta minutos en total, pero cada una de ellas con personalidad sobrada de forma individual.
Comienza por la presentación personal. "An-tonio" grita de forma casi desesperada: "Sólo me queda que pase el tiempo." pero tomándoselo con un poco de sorna a veces, como quitándole importancia "Aunque no estés cerca siento tus palabras, se me parte el alma... con esa forma tuya de llamarme. An-tonio, An-tonio, coño!!"
Se mete con guitarreos pop y teclados al inicio de "Kri, Kri" que nos pondría de inmediato a bailar y corear: "Ha llegado el momento de que yo le grite al tiempo que se pueda traer tu pasión." con su letra y ese estribillo pegadizo.
"Río Yuyu" pone el listón poético muy alto (ya no lo bajará en todo el disco), en lo musical sigue siendo pegadiza, tarareable e incluso bailable. "Deja que te ame como quiera yo amar. ¿Me dejas que te sueñe?. La canción sigue creciendo hasta el final con el lamento serio del cantante "Para fundirme contigo" que deja en puntos suspensivos el verso final que parece la introducción a "Kamina, revienta o escupe" en la que dice cosas como: "Kamina, revienta o escupe, no salpiques" "El olor de la calle me huele a miel. El olor de la miel, dime ¿te sabe a calle?. Lávame con tu llanto, sí, el de ahora. Sécame con tu lengua. Escupe...Escupe...Escupe... y ¿qué pasó?. Nada, no pasó ná, no pasó nada... El olor de la calle a veces es una mierda".
Se adentra en la dulzura de "Guitarras" en la que canta al alimón con Josele de "Los Enemigos". "No puedo olvidar, tantos deseos juntos. Yo quiero descubrir toda la magia que me puedas dar. No quiero olvidar. Aunque quisiera nunca traicioné. Quisiera componer la gratitud que siento guitarras de ayer y de hoy."
Te mata de dolor y emoción en "Por Andrés Rodríguez", especialmente porque conocemos que no tardó en seguir el camino del guitarrista. Usa un estribillo, al que preceden a las guitarras eléctricas, que pone los pelos de punta. "Tú y tú, músico libre del azar. Siempre tú en mis recuerdos estarás. Estarás a orillas de mis sueños, inmerso en armonía, estarás mirando a tus artistas, sintiendo como bailan al compás." Una gran canción que debería estar en el museo de las mejores canciones españolas.
Nos mete un torpedo crítico y lírico en "¿Dónde Cojones?" en el que aparecen ritmos casi latinos y unos arreglos de viento magníficos. "Dejas poesías en tu libro azul. Donde nos decían: Amor, amor, amor." Se mete de lleno en el terreno amoroso en "Kafetera", en un sube y baja constante que nos lleva casi extenuados a la medio punk, medio canción protesta "La Kalle y Leto" ("La kalle, hace falta mucho dinero pa montá un bar con tapa!").
Disminuye la velocidad y se mete en ritmos brasileños ("Brasil") y le queda espectacular. Vuelve a la ciudad como temática ("Salta, ríe, huye de la ciudad"). Las guitarras eléctricas introducen la breve "El cuarto paso" y se aceleran en la etílica, breve, pero contundente "Tinto". Acaba con una "Soleá en su recuerdo" flamenca por todos lados, abrochando de forma excelente el disco y despidiendo con un rabioso zapateado a los que no volverán.