Respeto.
Esa es la palabra que me viene a la cabeza para empezar a hablar de John Martyn
(no era su verdadero nombre pero así él lo escogió y nadie es capaz de afirmar
que el que nos ponen al nacer es realmente el nuestro).
Respeto
porque es un artista de esos que lo reúne todo. Una voz excepcional que usaba
sacándole el máximo partido, maestría para desgranar en sus letras historias
originales que basaba en hechos y personas de la calle, que alcanzaban el
sobresaliente cuando abordaba el terreno intimista. Los arreglos musicales de
sus canciones alcanzan cotas que sólo se les permite a los clásicos, fue
innovador arriesgando en géneros musicales más allá de la guitarra
acústica del cantautor o los arreglos rockeros inciados por Bob Dylan. Su disco
“One world” de 1977 fue pionero en ese estilo. Ese respeto lo tenía bien
ganado entre sus compañeros de profesión, siempre rodeado de los mejores y muy
apreciado por ellos.
Tuvo
una vida complicada, marcada por las enfermedades, seguramente muchas de ellas
desencadenadas por las drogas, el alcohol y la mala vida. Dejó partes de su
cuerpo amputadas en diversas operaciones (llegó a actuar en silla de ruesdas) y
finalmente pagó con su vida la osadía hace pocos años.
Lo
conocí a raíz de la crítica de “One world” en una revista, lo calificaban de
obra maestra, la portada muestra una ola formando un círculo perfecto en cuyo
centro yo creía ver un planeta. La verdad, cuando lo oí en esa época, no supe
apreciarlo, seguramente me faltaba cultura musical, las canciones me parecieron
recargadas, su voz parecía cansada, no fui capaz de ver la fuerza que contenía,
me pasaron desapercibidos los ruidos de aguas y cascadas. Cuando lo recuperé
pasados los años lo puede disfrutar de verdad. Desde entonces Martyn siempre
está en mi iPod (cosa que no les sucede a muchos).
Entré
de lleno en su música con este disco en directo de 1987. Lo compré en “El Corte
Inglés” sin pensar, quise darle otra oportunidad en mi vida tras fracasar diez
años antes. ¡Que decisión más acertada! En directo este cantante brilla por
todos los costados, se exhibe con su voz rodeada por unos preciosistas
arreglos. Un concierto para sala de mediano tamaño, para disfrutarlo sentado en
mesa redonda, con una pequeña lámpara en el centro y una botella de cava o
champagne recién descorchada. Si la sala está acristalada y permite ver las
luces nocturnas de una ciudad cercana puedes estar a punto de experimentar una
de las situaciones más conmovedoras de tu vida.
El
disco se abre con “Mad dog days” de su disco “Sapphire”. Está claro por el
título del disco, una piedra preciosa rara y cara. Nada más empezar ya sabes
que va a ser buena, introducción con percusiones y saxo, se abre el estuche que
contiene la joya y sale su voz.
“You don't see my dream, I don't see
your romance
You make me feel like a dancer, but you don't care to dance
You see me hit the bottle, you hit the sack
I go ratbag racing on the flat of my back.”
You make me feel like a dancer, but you don't care to dance
You see me hit the bottle, you hit the sack
I go ratbag racing on the flat of my back.”
¿Estás preparado para llorar? ¿Para
sentir escalofríos de tristeza propia y ajena? ¿No? Salta la siguiente canción
porque no podrás aguantar. Llega “Angeline” y su inicio ya anuncian el lamento desesperado
que contiene. “Angeline ¿Oíste que estuve bebiendo?, ¿Te contaron que lloré?. Oh
Angeline, dime en que pensaste cuando me viste tocando en la fría luz de luna.”
De lo mejor nunca escrito y compuesto.
Los tímpanos no se han recuperado
todavía cuando el tono da un giro en “The Apprentice” escrita sobre una persona
enferma que encontró en un pub de Londres. Los músicos aquí se emplean a fondo
porque la voz lo exige y guitarras, percusiones y metales sacan un brillo
excepcional a esta pieza única.
Sin más descanso que los golpes que dan
la cuenta atrás comienza otra de las canciones más aclamadas por el público
“May you never” del disco “Solid air” de 1973 dedicado a su amigo Nick Drake
que en esa época pasaba por un mal momento que desembocó en su muerte por
sobredosis de antidepresivos.
“May you never lay your head down
without a hand to hold. May you never make your bed out in the cold.”
Una tregua para el público y desciende
nuevamente el ritmo con la preciosa “Solid air” que en la copia original de
vinilo no está. Apareció en una “Collector series”. ¿Quién decidió no incluirla? Es uno de los
momentos álgidos del concierto. Él la anuncia “For Nicky this one”. ¡Qué
difícil debe ser vivir y respirar en aire sólido!
“Deny this love” es una canción que
estrena en este álbum (igual que “The Apprentice” y “Send me one line”) no
desentona en absoluto con las antiguas. Ritmo que si se acelerara un poco
podría hasta haber entrado en una discoteca. A ver si alguien se anima y la
versiona. Tendrá éxito.
El piano eléctrico y el bajo abren la
cara “B” con una de sus mejores canciones de amor “Send me one line”. Si yo
hubiera sabido cantar me hubiera gustado cantársela a alguien. El solo de saxo
es hermosísimo.
“I know we never meet, I know you
understand
Every shade of love and every dream I have to hide
With every day that slips away, I read your name again
And I try to push away the pain inside”
Every shade of love and every dream I have to hide
With every day that slips away, I read your name again
And I try to push away the pain inside”
Un
giro argumental declarando que es
“John Wayne” un sueño que todos los de nuestra generación hemos compartido de
niños. Misteriosa y con aromas orientales.
Le sigue otra con “Johnny” como protagonista “Johnny too bad” de su
álbum de 1980 “Grace and Danger”. Me recuerda a alguna de las canciones de
carretera del “Nebraska” de Springsteen. Asesinos que acechan en la autopista
con malas intenciones.
El
disco de vinilo lo cierra una versión. El cantante recrea “Over de rainbow”, la
saca de la suavidad exagerada de algunas de las habituales voces de soprano y
le aplica tratamiento de choque y si no fuera por la letra la deja
irreconocible. La rompe y la recompone transformando una niña inocente en mujer
adulta y ardiente.
En
el vinilo también está ausente “Sweet little mistery” que cierra el concierto
en la versión de “Collector series” .
Otra de esas canciones de amor para solitarios abandonados que de vez en
cuando hay que rescatar.
“Just that sweet little mystery that
breaks my heart
Just that sweet little mystery makes me cry
O that sweet little mystery that's in your heart
It's just that sweet little mystery that makes me try.”
Just that sweet little mystery makes me cry
O that sweet little mystery that's in your heart
It's just that sweet little mystery that makes me try.”
¿Qué pasa? ¿Qué no lo conocías? ¿Qué
tiene un nombre vulgar y no te parecía interesante? Pues tú te lo pierdes si no
sales corriendo a buscar cualquiera de sus discos para disfrutar. Yo lo voy a
volver a poner... voy a repetir de inmediato estas dos del final.