Todos sus discos son buenos, pero ninguno me parece tan completo como el publicado este año : “Between two shores”. No sé si son la producción, los arreglos o el empleo de la voz, pero me pongo a escucharlo y sin querer me sale Van Morrison en sus mejores momentos.
Ambos son irlandeses, uno de Belfast y otro de Dublin, igual es eso, igual es el acento. Como cuando cantan flamenco los gitanos que se nota de inmediato que lo son. No obstante, el disco me suena a americano por los cuatro costados, para ser exacto suena a soul, blues y rock, y muy poco a folk.
Sólo son diez canciones, pero todas son martillazos. La voz las llena plenamente. Sube y baja, modula, templa, para, se adorna y remata. Los músicos a veces lo dejan solo y entonces me sabe mucho flamenco o a fado. Incluso los espacios, los silencios me parecen perfectamente atinados, suenan perfectos.
“Roll on slow” inicio por todo lo alto, con toda la banda al completo y usando al máximo todos los recursos. Un estilo que no es el más habitual en este autor, con los instrumentos a plena carrera en algunos momentos. Él en la portada aparece con una gorra, pero aquí ya se va acercando a la cabeza un sombrero Borsalino para recordar más a su paisano.
“Why woman” es la típica composición de Hansard, así no se decepcionan sus adictos. En realidad estamos ya en el primer punto álgido del disco, tomado ya el disfraz de Van the Man. Los vientos y cuando él los acompaña tarareando son de reclinatorio. Luego se queda a solas con la voz y se lamenta como si fuera gitano y acaba la canción de forma abrupta.
Sin descanso empieza “Wheels on fire”. Es diferente, suena a grupo de los setenta con esos teclados y punteos de guitarra. Él juega con la voz arriba y abajo llevándonos de la mano hasta el estribillo donde aparecen los metales cuando se hace presente de nuevo la sombra del otro irlandés.
En “Wreckless heart” retoma ese estilo más folk en el inicio de la canción, que va en un lento crescendo a medida que avanza, se van añadiendo instrumentos y la voz se hace más potente. “Gonna ride that river to the sea, gonna crack that river around on me”
Llega “Movi’n On” y ya se ha puesto a rugir de forma descarada. La instrumentación es simple, pero el cantante, investido con la piel de felino, no tiene ningún reparo en mostrarse como tal y atronar subido encima de un altozano.
“Lucky Man” empieza con instrumentos de viento y él casi recitando el poema hasta que empieza el lamento, ese lamento característico de la música sentida y emocionada. Parece que no puede subir más alto el disco y por eso le sigue una balada cantada a dúo “One of us will lose” .
En “Your heart’s not in it!”, una canción muy difícil de cantar, el artista hace una auténtica exhibición vocal. Podría cantarla “a capella” o solo con una guitarra, y le quedaría enorme, esa gran dimensión se nota especialmente cuando entran los coros.
Para rematar el disco se guarda una canción “marca de la casa”. Muy en la línea de sus discos previos. En “Time will be the healer” usa un tono más agudo de la voz, que alterna con recitado. La instrumentación es casi perfecta. Los músicos tocan los justo y necesario. Va poco a poco en crescendo, desplegando toda su capacidad vocal en el corolario.