Algunos podrían pensar eso de los "Hothouse flowers". Al oir alguna de sus canciones quizás evoquen a los "Waterboys" y por eso no les presten atención. Algunos modernos pensarían en los hormonalmente sobrevalorados "Mumford and Sons". Es posible que por eso, hoy en día, pasan casi desapercibidos aunque todavía insistan en hacer buenas canciones, algunos les toman por imitadores.
Para variar de opinión sólo hace falta desempolvar el vinilo y darle volumen a los altavoces (Un momento que los subo un poco más) y de pronto emergen estas canciones y me doy cuenta que este disco podría salir hoy o mañana y podría pasar de todo porque hoy el mundo musical está randomizado y nunca sabes si le toca la suerte del éxito o es que el músico se lo merece, pero fuera lo que fuere, este disco es una obra extraordinaria, más que redondo esférico, lleno de propuestas e intenciones, invulnerable al paso del tiempo.
La cara A se abre con "Hardstone city" que hace honor a esa posición privilegiada. Un tema con ritmo acelerado, de esencia rockera, coros y aullidos laterales a los bramidos y las palabras masculladas por el cantante. Eso a lo que llaman hoy un "temazo" (Amigos, por favor, desterremos este calificativo aumentativo y uniformizante de nuestro repertorio) y demos paso a otros más imaginativos y luminosos.
La siguiente no sólo mantiene el tipo de la primera sino que lo incrementa. "Give it up" fue uno de los sencillos del álbum que llegaron a interpretar en directo en algún afamado programa americano cuyo presentador aparece con un pelo gris en lugar de blanco. No es de extrañar que ocuparan un lugar importante (y fugaz) en las listas. Grandioso, monumental estribillo: "Give it up. Help who you can. Talk about it". ¡Y tanto que hay que contarlo, cuando uno está orgulloso de algo! Ellos lo hacen.
"Christchurch bells" parece que quiere darnos un descanso, el ritmo disminuye un poco, pero salen esos coros multicolores casi al principio, contándonos la historia de John, mientras el tema sube junto con los saxofones y la sección rítmica se asocia en una canción que podría durar horas y no nos cansaría.
Y viene una balada extraordinaria. "Sweet Marie" es una de las que te abren la cremallera del pecho y te dejan las vísceras al descubierto. ¡Como no! Con nombre de mujer. No hace falta saber idiomas para saber que el que canta está triste, que se lamenta por la pérdida, que se mira a su miembro amputado que todavía siente como presente en su lóbulo parietal y por eso le duele sin parar. A veces ellas dejan notas de despedida, a veces sólo un cenicero lleno de colillas, o un aroma a jabón de manos que nunca se va del coche o del interior de los cajones... "Sweet Marie I'm alive".
"Giving it all away" retoma el hilo inicial, un cierto tono heroico para unos pocos versos pero suficientes: "Yes we've got the sky but it's getting hard to breathe it".
La cara A finaliza con una invitación a callar y oir ("Shut up and listen"). Yo se lo recomendaría a todos esos que van a los conciertos para charlar con los amigos, para ligar en voz alta en lugar de hablar "a cau d'orella" (¡Que bonito suena en catalán!), o para fardar sobre sus conocidos y conocimientos, y no paran de gritar y molestar al que canta y los que pretenden oir y disfrutar. Ya va tocando que algún cantante ponga un letrero luminoso con este título cuando empiece a actuar. Yo le aplaudo seguro.
La siguiente tiene título casi cinematográfico "Eyes wide open". Está claro que han buscado el reclinatorio y han decidido rezar porque ésta suena a plegaria, a momento culminante (falta poco para que acabe el disco y nos lo empiezan a indicar). Le pones la voz de Van Morrison y sonaría espeluznante. Otra vez vuelven a silbar de tranquilos que están. Muestran seguridad, saben que ya no se pueden equivocar. Le están dando los últimos toques de pulido a una escultura monumental pero de proporciones olímpicas.
En "Water" van absolutamente desmelenados. Tiene un sonido más folk. Hoy diríamos que "indie folk" (Perdón que me gire al pronunciarlo. Le tengo asco a las etiquetas y más cuando quieren indicar calidad como en la ropa y en la etiqueta pone "Made in China").
"Home" se inicia lenta, casi del aire, y poco a poco va tomando cuerpo, solidez. Se hace tangible, casi de carne, se eleva más allá de los electrones y la física para tornarse anatomía pura y dura.
Acaban "a capella" en un idioma casi incomprensible y con un título que suena a antiguo, grabado con runas en sólida piedra. "Seoladh na nGamha". Así queda para la historia ese disco como si fuera una piedra Rosetta. La que pongo no es la de ellos pero es preciosa o sea que como final vale la pena.