viernes, 23 de agosto de 2013

Hothouse flowers. Cuando el agua apaga el fuego.

Demasiadas coincidencias. A veces el sonido de una canción nos recuerda a otro y eso hace descender nuestro interés. Parecen imitadores, poco originales y se nos olvida darles más oportunidades y despreciamos estudiar los orígenes y confundimos (por ejemplo) Irlanda con Escocia, los saxofones con los violines, las piedras con las flores (que diría Quique González). Nos hacemos los sabihondos y eso suele ser muy malo. A la soberbia le salen barbas, canas y telarañas que tapan a los discos y no las limpiamos porque nos dan miedo los monstruos que contienen y las tupidas redes ocultan las luces y, aunque le demos mucho al interruptor somos incapaces de verlas brillantes si no pulimos las lentes antes.

Algunos podrían pensar eso de los "Hothouse flowers". Al oir alguna de sus canciones quizás evoquen a los "Waterboys" y por eso no les presten atención. Algunos modernos pensarían en los hormonalmente sobrevalorados "Mumford and Sons". Es posible que por eso, hoy en día, pasan casi desapercibidos aunque todavía insistan en hacer buenas canciones, algunos les toman por imitadores.

Para variar de opinión sólo hace falta desempolvar el vinilo y darle volumen a los altavoces (Un momento que los subo un poco más) y de pronto emergen estas canciones y me doy cuenta que este disco podría salir hoy o mañana y podría pasar de todo porque hoy el mundo musical está randomizado y nunca sabes si le toca la suerte del éxito o es que el músico se lo merece, pero fuera lo que fuere, este disco es una obra extraordinaria, más que redondo esférico, lleno de propuestas e intenciones, invulnerable al paso del tiempo.

La cara A se abre con  "Hardstone city" que hace honor a esa posición privilegiada. Un tema con ritmo acelerado, de esencia rockera, coros y aullidos laterales a los bramidos y las palabras masculladas por el cantante. Eso a lo que llaman hoy un "temazo" (Amigos, por favor, desterremos este calificativo aumentativo y uniformizante de nuestro repertorio) y demos paso a otros más imaginativos y luminosos.

La siguiente no sólo mantiene el tipo de la primera sino que lo incrementa. "Give it up" fue uno de los sencillos del álbum que llegaron a interpretar en directo en algún afamado programa americano cuyo presentador aparece con un pelo gris en lugar de blanco. No es de extrañar que ocuparan un lugar importante (y fugaz) en las listas. Grandioso, monumental estribillo: "Give it up. Help who you can. Talk about it". ¡Y tanto que hay que contarlo, cuando uno está orgulloso de algo! Ellos lo hacen.

"Christchurch bells" parece que quiere darnos un descanso, el ritmo disminuye un poco, pero salen esos coros multicolores casi al principio, contándonos la historia de John, mientras el tema sube junto con los saxofones y la sección rítmica se asocia en una canción que podría durar horas y no nos cansaría.

Y viene una balada extraordinaria. "Sweet Marie" es una de las que te abren la cremallera del pecho y te dejan las vísceras al descubierto. ¡Como no! Con nombre de mujer. No hace falta saber idiomas para saber que el que canta está triste, que se lamenta por la pérdida, que se mira a su miembro amputado que todavía siente como presente en su lóbulo parietal y por eso le duele sin parar. A veces ellas dejan notas de despedida, a veces sólo un cenicero lleno de colillas, o un aroma a jabón de manos que nunca se va del coche o del interior de los cajones... "Sweet Marie I'm alive".

"Giving it all away" retoma el hilo inicial, un cierto tono heroico para unos pocos versos pero suficientes: "Yes we've got the sky but it's getting hard to breathe it".

La cara A finaliza con una invitación a callar y oir ("Shut up and listen"). Yo se lo recomendaría a todos esos que van a los conciertos para charlar con los amigos, para ligar en voz alta en lugar de hablar "a cau d'orella" (¡Que bonito suena en catalán!), o para fardar sobre sus conocidos y conocimientos, y no paran de gritar y molestar al que canta y los que pretenden oir y disfrutar. Ya va tocando que algún cantante ponga un letrero luminoso con este título cuando empiece a actuar. Yo le aplaudo seguro.
Me encanta dar la vuelta al disco. Y más si la canción se inicia con un piano casi clásico y la canción es una versión de un tema antiguo y hay coros de muchachas vestidas de negro (y probablemente de ese color) que se llaman "The Angelical Voice Choir" y la canción crece con los ánimos de los coros (que parecen el público) y se desboca con los instrumentos de viento y, piano y bateria se vuelven locos para bajar revoluciones en el final. Eso es justo lo que sucede con "I can see clearly now" de Johnny Nash en la versión de los floreados irlandeses.

Y ¡Claro! Se ponen a silbar en "Movies" la siguiente canción. Satisfechos de la labor realizada y cantan como si fueran americanos, incluso de color africano y la voz de Liam Ó Maoniai (¿Se nota que es irlandés?) llena toda la canción y aparecen volines, violas y cellos. Un medio tiempo "de película" casi un gospel. (Yeah, yeah, can you feel the soul?).

La siguiente tiene título casi cinematográfico "Eyes wide open". Está claro que han buscado el reclinatorio y han decidido rezar porque ésta suena a plegaria, a momento culminante (falta poco para que acabe el disco y nos lo empiezan a indicar). Le pones la voz de Van Morrison y sonaría espeluznante. Otra vez vuelven a silbar de tranquilos que están. Muestran seguridad, saben que ya no se pueden equivocar. Le están dando los últimos toques de pulido a una escultura monumental pero de proporciones olímpicas.

En "Water" van absolutamente desmelenados. Tiene un sonido más folk. Hoy diríamos que "indie folk" (Perdón que me gire al pronunciarlo. Le tengo asco a las etiquetas y más cuando quieren indicar calidad como en la ropa y en la etiqueta pone "Made in China").

"Home" se inicia lenta, casi del aire, y poco a poco va tomando cuerpo, solidez. Se hace tangible, casi de carne, se eleva más allá de los electrones y la física para tornarse anatomía pura y dura.

Acaban "a capella" en un idioma casi incomprensible y con un título que suena a antiguo, grabado con runas en sólida piedra. "Seoladh na nGamha". Así queda para la historia ese disco como si fuera una piedra Rosetta. La que pongo no es la de ellos pero es preciosa o sea que como final vale la pena.

martes, 20 de agosto de 2013

Haiche moita movida... ¿Qué movida?





Esclarecidos, GASA (Grabaciones Accidentales)... Habría que escribir una historia alternativa a la Movida. No porque los felices 80 no sean parte de la verdad, sino porque parece que aquella música nunca aspiró a ser MÚSICA; porque parece que todo fuera punki fiestero multicolor o punki siniestro, y que ambas corrientes acabaran en Fangoria. (Estoy siendo críptico y parcial, lo sé.)

Hay una corriente que partió del mismo sitio (Esclarecidos: ¡Mú-sicá... para convenios colecti-ivós!/ Décima Víctima: Ahora tan lejos, me hace daño creerlo) y se cruzó con la ambición artística del ambient, del progresivo, del folk, del jazz... En GASA se cruzaron los siniestros y los fiesteros con los creadores de paisajes sonoros. Y si no, para muestra un botón: Décima Víctima; Esclarecidos; Derribos Arias; Los Coyotes; Mar Otra Vez; Luis Delgado; Miguel Herrero; El Último Sueño; Luis Paniagua; Javier Bergia; Golpes Bajos, Cuco Pérez, Os Resentidos (y también extranjeros: Wim Mertens, Antenna, Paul Haig...).

Es una pena que muchos de estos nombres les sean desconocidos a los aficionados (creo).

 Me ha parecido interesante acudir a esta paleta de colores y dar a conocer cosas que a lo mejor están demasiado escondidas en el tiempo. No importa tanto porque el aquel entonces quede en el olvido (aunque a Poch, de Derribos Arias, por fuerza mayor, sólo se le pueda recordar), sino porque ahora mismo merecen atención: Cristina Lliso (Esclarecidos), Javier Bergia (siempre Bergia, siempre reivindicado), Javier Corcobado (Mar Otra Vez)...

Y no se trata de valorar la presunción, la pedantería o el elitismo por encima de la música sin complejos (eso era el punk, ¿no?). Mi intención es señalar un punto, un rincón, desde el que parten muchos caminos que se encuentran en muchos cruces. ¿De dónde viene Suso Saiz (Orquesta de la Nubes, Esclarecidos) y a dónde va Fon Román (Los Piratas)?

 

















P.S. Ugggss! Se me fue la olla. Golpes Bajos eran de Nuevos Medios, no de GASA.

jueves, 8 de agosto de 2013

Genesis - Vendiendo Inglaterra a muy buen precio

Hace unos pocos días estuvimos en un mini-concierto del grupo barcelonés "Partido". Al finalizar el evento nos pusimos a hablar con Víctor (el cantante), sobre su música y sus influencias. A mi hermano y a mí sus teclados nos recordaban a los Genesis de la época de Peter Gabriel y así se lo dijimos. Al poco estábamos discutiendo sobre cuál era el mejor disco del grupo en esa época. No tuve ninguna duda al adjudicar ese trofeo a "Selling England by the Pound". Mi hermano y Víctor me miraron con sorpresa, seguramente ellos estaban pensando en el renombrado "The lamb lies down on Broadway".Vista su cara, me veo obligado a justificarme.

Es evidente que la obra de Genesis tiene dos partes bien diferentes: Con Peter Gabriel y sin él. Cada cual tiene sus gustos y en ambos períodos hay cosas interesantes, pero yo me decanto por la primera. Después la deriva comercial del grupo fue haciendo cada vez más mella y poco a poco se conviertieron en un esperpento de lo que fueron. Siempre han sido magníficos músicos pero su creatividad se vió muy mermada a partir del "And then we were three". En mi opinión, deberían haber cambiado de nombre y no seguir con la misma marca comercial porque se convirtieron en otro producto.

El disco que nos ocupa fue el primero que compramos de los Genesis en vinilo. Antes habíamos tenido en cassette el "A trick of the tail". Otro buen disco que surge todavía a la estela de Gabriel y que nos hizo pasar muy buenos ratos en su día.

El disco es de 1973 pero yo lo compré en 1979 por recomendación de un compañero de clase en la universidad. Habíamos seguido la carrera de Genesis de forma parcial, y a partir de este disco, mi hermano con su afán enciclopedista, me obligó a hacerme con casi todos los de la banda de la época de Gabriel. Tiene gracia pero nunca compramos ningún disco posterior. Ellos seguían produciendo música, incluso fuimos a alguno de sus conciertos, pero nuestras escuchas se reducían a los primeros discos de la banda con la excepción del mencionado "A trick of the tail" y un paso fugaz por casa del "Seconds Out".

La historia erudita de algunas canciones está perfectamente descrita en este blog y por eso no me voy a entretener con ella (aprovecho para felicitar al autor). Yo solo voy a hablar de las sensaciones que me produce volverlo a poner.

El inicio "a cappella" de "Dancig with the moonlight knight" seguido de la introducción de cuerdas tan próximos a la música clásica es de los de "pelos de punta". La canción es un auténtico relato, Gabriel domina totalmente la escena, dirige perfectamente las subidas y bajadas del grupo y otorga un tono dramático impresionante a la canción. Una gran canción que hubiera merecido una buena historia, igual algún día la escribo. Una historia de bosques frondosos, lanceros con armadura plateada defendiendo puentes y doncellas, magos poderosos y bien y mal perfectamente diferenciados. El tema es una de esas mini-sinfonías de Genesis que abundan en sus discos de esa época. La melodía se repite posteriormente en otros de los temas del disco dándole consistencia al conjunto.

La magia medieval se reduce un poco en el "hit" "I know what i like (In your wardrobe)". Reconozco que en su día la apreciábamos poco. Seguramente por culpa del estribillo, la repetición de los textos quita esencia de relato a la canción... Tonterías de jóvenes. En la actualidad la disfruto mucho. Nuevamente Gabriel actúa en dos papeles, como narrador recitando y cuando canta interpreta al personaje protagonista del cuento.

Los autores de "Firth of fifth" son Banks y Rutherford y eso se nota en la larga y bella introducción con piano que justifica plenamente la etiqueta de "rock sinfónico" (y un pelín grandilocuente) de estos grupos. La canción es excelente aunque quizás Peter Gabriel "sobreactúa" un poco en su primera intervención como cantante. Cuando baja el tono épico es cuando me toca más la fibra y cuando le acompañan los coros es cuando se muestra el paisaje antiguo y mágico de la Inglaterra de siglos pasados. Luego los teclados se apoderan del tema y juguetean como el viento sobre unas velas desplegadas, y surge el solo de guitarra magistral de Hackett, que casi está en segundo plano, como un grito un poco alejado de la escena central y (me tengo que desplazar a mover la aguja porque tengo el disco rayado desde hace años) finalmente se disuelve en la lejanía sustituido por el fraseado final del cantante y los teclados cerrando el concierto.¡Extraordinario!

"More fool me" es la primera canción grabada por Phil Collins en la voz solista. Un caramelito agradable para disminuir el tono algo rimbombante y de epopeya de Gabriel.

La que inicia la cara B es una canción con altibajos. "The battle of Epping Forest" se inicia con una marcha militar y luego Gabriel se empeña en exhibirse en su faceta cantante y en mostrar sus diversos tonos vocales y en algún momento se hace un pelo empalagoso. Algunos fraseos de teclados intercalados son sobresalientes. Me río siempre cuando dice "pin-up guru" porque parece que pronuncia el nombre de un profesor mío de COU (buen tío por cierto) y le llama "burruuuu".

"After the Ordeal" es un instrumental esencial como puente entre la anterior  y "Cinema show". Un sorbete delicioso que nos transporta a un palacio del siglo XIX, con suelos y columnas de mármol rosado, criados con librea, bellas bailarinas danzando y tronos con decorados dorados. El solo de guitarra (ahora sí en primer plano) nos recuerda que es un tema moderno y no clásico. Permite digerir un plato un poco recargado y preparar a los lóbulos temporales para el tema final del disco.

"Cinema show" es uno de las mejores composiciones del grupo. Aquí Gabriel se contiene lo suficiente para firmar unos vocales magistrales. Ahora sí que la demostración laríngea tiene la extensión y volumen adecuados, es extraordinariamente luminosa y estimulante. La música dibuja perfectamente los decorados, no da la sensación de estar bajo la batuta del cantante. Todos los componentes tienen su parte de protagonismo. Se incluyen sonidos no estrictamente musicales y hay unos coros realmente celestiales. Incluso hay una parte que suena a banda sonora para una película de gangsters. Luego retoman el hilo inicial del disco como fondo enlazando con el tema final del disco, "Aisle of plenty". Un breve epílogo que repite algunas notas previas, insertado para que puedas relamerte con lo degustado. 

Os dejo el disco completo que creo merece ser disfrutado en conjunto mucho mejor que por separado. Para mí una obra maestra.