Una de esas frases aparecía en la crítica de uno de los primeros discos de esta pareja británica, "Everything but the girl", en la que se calificaba a Tracey Thorn como "fea, pero que voz". Frase políticamente incorrecta e inaudita hoy en día. Seguramente se le caería el pelo al crítico, tendría avalancha de "twitter" enojados y se vería obligado a pedir disculpas por todos lados.
Si sólo miramos su foto, probablemente nos parezca acertada su apreciación. Lo interesante del tema es cuán bella se hace esta mujer en cuanto le asoma una palabra por los labios. A mí me seduce, me trastorna, me teletransporta a otros tiempos, me trae aromas intensos, me dan ganas de besarla y es que, por suerte, hay cualidades humanas que hacen atractivo al menos agraciado.
El primer disco de esta pareja tiene el sugestivo nombre de "Eden" y a este maravilloso espacio te ves transportado cuando lo escuchas. Yo lo tenía (y lo tengo) en cassette grabado por mi hermano. Nunca lo tuve en vinilo y tampoco en CD.
El disco lo podemos calificar de todo menos de moderno. Ni ahora ni entonces suena a otra cosa que a clásico. Es música para espacios y grupos reducidos, intimista como la que más pero para todos los públicos. Sirve como banda sonora para cualquier situación, se adapta como un camaleón a una cena íntima, a una sobremesa con la familia, a los cuchicheos de madrugada de los amigos o bajo los edredones, incluso a los juegos infantiles o como villancico y, por supuesto, a la conducción a cualquier hora del día (un placer escuchar música cuando se conduce solo, o acompañado por alguien que no parlotea de forma innecesaria y constante, un largo recorrido ).
"Each and everyone" Suena a película. No entiendo como no sale en ninguna banda sonora. El sonido de los saxofones y las congas cuelga a los lados de la voz de Tracey soltándote nada más empezar eso de:
"If you ever feel the time to drop me a loving line
maybe you should just think twice"
maybe you should just think twice"
Y si tienes un mínimo de sensibilidad te pones de inmediato de su lado y ya no la puedes dejar.
Le sigue "Bittersseet". Agridulce por lo corta, cuando se acaba es obligado volver a ponerla. Ben Watt se luce en las cuerdas. No todo el mérito es de la voz de Tracey. La parte masculina del dúo compone varias canciones y se encarga de la producción y lo hace de forma elegante y efectiva.
"The Spice of Life" es de mis favoritas del disco. Instrumentos de cuerda y voz al principio. Poco a poco se le van añadiendo instrumentos pero no hay crescendo. La voz se mantiene firme. Se le suman unos coros suntuosos y... "Sometimes I would turn back the clock, And recapture all that we've lost, But I couldn't give up all that we have today".
Otra corta, hasta en el título ("Even So"), como casi todas (la más larga 3:30), como el propio disco. Las castañuelas... las castañuelas. Quieren tocar todos los palos.
"Frost and fire" está marcada por el fraseo de los teclados, los bongos y guitarras psicodélicas. Se titula igual que un cuento de Ray Bradbury. La versión en directo es fabulosa.
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