domingo, 19 de febrero de 2012

Peter Hammill - Over. Ponte el vestido rojo, nena

Para quien no conozca a este cantautor, es hora de que despierte; para quien ya lo haya escuchado, no creo que haya nada que decir: o bien lo evita cortésmente (con cara de haberse comido un limón), o bien ya conoce toda su obra, en solitario y con Van der Graaf Generator (probarlo es querer más). Para mí, Over resultó muy especial. Van der Graaf Generator estaban en el terreno del rock sinfónico y el uso de la guitarra eléctrica era anecdótico. Además, el carácter progresivo de la música y el minutaje de las canciones, no apelaban a la reacción directa, sino a la escucha. Y me gustó que «Crying wolf» sacara a relucir una mala baba más tozuda, más heavy, por decirlo de alguna manera. Pero no iba a ser éste el camino de este disco (sería decididamente la senda de Van der Graaf en su período sin el Generator: The Quiet Zone y Vital). También me gustó la contraportada: Hammill con una Gibson Les Paul negra, como la de Robert Fripp, rockeando. Pero, no. El disco es un equilibrio entre voz, guitarra acústica y violín, y tres apariciones de batería y bajo.

 

 Me gustó que tratara de amor, porque yo estaba enamorado. No me acabé de enterar de que el disco era, de hecho, la crónica de un desamor. Pero de hecho (cosas de juventud), también fue la crónica del mío (junto con el Still life de VDGG). Claro, yo entendía muy poco (por mucho que leyera las letras que llevaba el disco). Para mí, fue durante mucho tiempo la obra maestra de Peter Hammill. El violín y la devastadora melancolía de «Autumn» me hundían en una atractiva depresión, autocompasiva, elegante, propia de la adolescencia. 

 

 «Time heals.» El tiempo lo cura todo, claro. Ya no es lo mismo. «Pero pensando en aquellos tiempos, parece que pudiera yacer contigo, como nunca lo hice, en el atardecer, sin tener que decirnos nada después.» La bomba. Si pudiéramos revivir los amores pasados y llevarlos al límite..., eso sí que sería una revolución moral.

 

 «Alice» tiene la guitarra acústica más violenta que yo haya escuchado. Hay dolor de verdad. Recuerdo como en 1986, en Barcelona, alguien le pidió a Hammill que la tocara y él contestó: «De ninguna manera.» Bueno, no creo que le haga gracia recordar cómo su pareja se fue con su mejor amigo. «Cuando me decías que me amabas, yo no tenía razones para dudarlo, así que seguí con mi vida de egoísmo y no pensé más en ello. (…) Oh, nunca me iré. Oh, no quiero ser sólo tu amigo. Hemos pasado siete años a nuestra manera, no puedo creer que la historia se acabe así hoy...». Pues sí, escuchar esta canción da la medida del desengaño.

 

 La segunda cara empieza con una belleza orquestal. Hammil es un cantante tan prodigioso que puede ser punk o puede ser Frank Sinatra (Fripp dijo de él que era el Jimi Hendrix de los cantantes). Soledad, tristeza y Alicia que se ha marchado por el espejo. «Las estrellas en el cielo aún brillan sobre mí: qué encantador sería si estuvieras conmigo. (…) Las estrellas en sus constelaciones, cada una de ellas, tristemente parpadean y caen... Sin ti, no significan nada.»

 

«Betrayed» da idea de la traición en la que se regodea el artista. Recordemos que una canción es la expresión artística de una vivencia. Hammill se recrea en su desgracia y la supera convirtiéndola en arte. «Al final, ¿quién será un amigo para ti cuando resulta que te dan una patada en los huevos mientras tu mano les ofrece la perla? (…) Ya no tengo nada por lo que luchar, excepto por que mi pasión sea oída. Ya no creo en nada en ningún lugar del mundo.»

 

«Yoga.» Reflexión.

 

 Y la última canción del disco, «Objetos perdidos». ¿Dónde habrá ido a parar el amor? Oiga, ¿el departamento de objetos perdidos? Dios mío, por fin. Perdido y encontrado. Capítulo final de la crónica de desamor. El gran escritor que es Hammill hace recuento. Clama que está curado. «Soy libre al fin, estoy enamorado al fin, perdido y encontrado..., ponte el vestido rojo, nena. Todo se va a arreglar (?).»

 

¿Y por qué no hacernos un regalo? Procedente de las Peel Sessions de 1977, durante el período de digestión de Over, he aquí "Afterwards", una de las canciones más bellas que haya escuchado, versión inmejorable de aquel viejo primer disco de VDGG (1969).

 

Nota: En su momento tuve mis dudas, pero el mito me engañó. La guitarra no es una Les Paul; es una Guild, apodada Meurglys III.

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