miércoles, 17 de julio de 2013
Weather Report. El viajero misterioso
Bueno, ya era hora de retomar el blog, y ya era hora de cambiar de tercio en el tipo de música. En casa siempre nos ha gustado la MÚSICA. Personalmente, siempre he intentado que la búsqueda de nuevos sonidos me diera a conocer nuevos placeres. Y el jazz-rock es uno de ellos. El jazz también, pero para los poco iniciados, como yo, la fusión fue una manera de entrar en un universo donde la música instrumental suele ser más importante o más vanguardista que la música cantada.
Weather Report era el grupo de referencia. Es el grupo de referencia. Claro que ahí estaban Return to Forever (a los que no les he dado jamás una oportunidad, no sé por qué), Santana (más cercano al rock y a lo latino), Jean-Luc Ponty, la Mahavishnu..., pero los de Wayne Shorter y Joe Zawinul fueron y son mi debilidad. Los conocí a ciegas, creo recordar, comprando este disco en El Corte Inglés de Vigo, por la portada, porque me parecía genial comprarme un disco en un lugar donde no tendría tocadiscos para ponerlo (¡¿?!). El caso es que, luego, en la aldea, una familia de chicas encantadoras con dos hermanos ciclistas tenían un viejo y atrotinado equipo de maleta que sirvió para degustarlo y para imprimir en él algunos ruidos que nunca más se han ido (Dios, y yo bien sabía que una mala aguja podía dejar una huella imborrable).
El sonido de este grupo me lleva casi siempre al verano. Puede que hubiera conocido con anterioridad el doble en directo, el 8:30, en Barcelona, no lo sé, pero recuerdo que lo escuchaba mientras mi madre planchaba, al atardecer, y que "A remake you made" me ponía la piel de gallina ya por la mañana, recién levantado, los sábados. Pero éste Mysterious Traveller era un misterio. Y sonaba como tal.
Sí, hay jungla, y también sabores exóticos, pero lo que enseguida me dejó enganchado fue el sonido espacioso de la producción, la mezcla de músicas (un amigo mío decía que hacían música clásica, y punto). Uno escucha «Nubian Sundance» y se pone a bailar y a pensar que es un jíbaro o un masai, yo qué sé.
Pero luego aparece «American Tango» y la belleza roza la perfección. Las frases de sintetizador son declaraciones amorosas y el saxo hila una respuesta tierna. La estructura de las piezas es cualquier cosa menos evidente. Los silencios nunca habían tenido tanta importancia en la música que había escuchado.
Y «Cucumber Slumber» vuelve al ritmo y a la querencia por un bajo que te obliga a retorcerte pensando en una playa, al atardecer, cuando los cócteles y la brisa prometen una noche James Bond. En resumen, el voltaje emocional de esta música me hace recordar que el rock and roll no lo es todo, y que el cuerpo y la mente pueden combinarse con armonía y complejidad.
Teníamos el Popster de Weather Report. Una revista desplegable que se convertía en un póster. Allí explicaba de una forma muy sugerente la cantidad de obras maestras que había producido este grupo y el pensamiento orientalista de sus líderes, muy de la época de los 70. Y se supone que este disco es su primera incursión en la fase madura del grupo, la que superaría el jazz-rock frío, más experiemental, que surgió de sus relaciones anteriores con Miles Davis (bueno, Sweetnighter no le va a la zaga, y es anterior, y luego los clásicos: Black Market y Heavy Weather son tórridos e indispensables, pero...).
La segunda cara comienza con un piano rarísimo, y la pieza, «Mysterious Traveller», se desarrolla para relatar un viaje alucinante al mundo del hielo que se deshace en armonías, el cosmos primigenio que toma forma y adquiere vida. Ay, cuando entra Wayne Shorter con el saxo, se despejan todas las dudas.
«Blackthorn Rose» es una melodía preciosa, y una piedra preciosa. Un movimiento de sonata para piano y saxo.
«Scarlet Woman» continúa por los espacios exteriores y el hermetismo (era el seudónimo de una de las novias-brujas de Aleyster Crowley, el mago que habría de protagonizar un episodio famoso en la literatura, junto a Fernando Pessoa).
«Jungle Book» es un final delicado, hermoso, tanto que duele tener que terminar de decirlo. Pero la música, al final, es lo que importa.
Este disco me parece el equilibrio imposible entre melodía y experimentación, entre música pop y jazz culto. Los sonidos, los timbres, las atmósferas, son electrizantes y evocadores. Son el único grupo que siempre me parece que hacen algo más que música, porque la estructura de los temas, la distribución de los instrumentos, las dinámicas de grupo, semejan una narración musical sin necesidad de literatura. Con Jaco Pastorious se convirtieron en una máquina perfecta, pero a mí es este disco el que me da en el corazón.
En directo, eran mortales. Lo más cercano a la época de este disco, aquí abajo.
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El disco es una maravilla. Lo compré en el mismo año de su publicación, 1975, y recuerdo, aun se me saltan las lágrimas, escuchar el mismo año por los altavoces del antiguo Pabellón de Deportes del Real Madrid el tema homónimo del disco, preparando el ambiente del primer concierto en Madrid de Genesis. ¡Imagen y momentos imborrables!
ResponderEliminarPara mí el mejor disco de Weather Report, y eso que Jaco ya no estaba con ellos.
Excelente y emotiva entrada.
Saludos,
JdG
Gracias, Javier. Vaya, 1975, Genesis, qué lujo. A mí me llevó mi hermano en 1981, a la Plaza de Toros Monumental de Barcelona, pero no creo que fuera lo mismo.
EliminarQuiero decir que me llevó a ver a Genesis, claro.
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