sábado, 25 de octubre de 2014

Echo and the Bunnymen - Perseguidos por los cocodrilos

La soberbia siempre tiene su castigo y este grupo fue ampliamente penalizado por ello. Durante mucho tiempo han estado en mi armario de los descartados, de los que fueron encumbrados y luego despreciados. Poco crédito se gana hoy en día declarándose "fan" de estos ingleses y mucho menos de este disco del que reniegan hasta ellos. Dicen que no les gusta la producción. Probablemente tienen razón porque este disco es el que menos suena a ellos. A mí hoy me ha dado por recuperarlo siendo consciente de ello.

Los "Echo and The Bunnymen" tuvieron un arranque de carrera brillante con dos magníficos y originales discos: "Crocodiles" y "Heaven up there", incluso "Porcupine", para (en mi opinión) en los siguientes ir perdiendo poco a poco su personalidad dejandose arrastrar por las discográficas y por el éxito. A mi siempre me pareció que se empeñaron demasiado en no ser semejantes a "The Cure" o "Simple minds" y eso les perjudicó.

Este disco les costó mucho hacerlo. Después del gran éxito de "Ocean Rain" y de la canción "The Killing moon" (que pincharon a diestro y siniestro hasta hacerme aborrecerla) se tomaron un largo sabático. Probablemente volvieron a los estudios a regañadientes, sólo por dinero. Por eso el resultado no es extraordinario, no es una obra maestra, pero hoy oyéndolo he decidido ser magnánimo y concederle el indulto y decidir que no pasa nada porque dejaran de ser "siniestros". Más de un grupo moderno se daría con un canto en los dientes disponiendo de cuatro o cinco de las canciones de ellos.

El disco comienza con claras pretensiones de éxito. "The Game" está compuesta para ello. La batería marcando un ritmo veloz y optimista adornado por guitarras cristalinas con el contrapunto ocasional de teclados de fondo. Una buena canción para empezar.

"Over you" sigue en ese ritmo acelerado y alegre marcado por la primera. Estribillo pegadizo a la búsqueda de quien la tararee. Mantiene dignamente el tipo.

En la tercera canción "Bedbugs and Ballyboo" los super fans del grupo que ya torcían el morro con las dos primeras, se reconcilian un poco con ellos, aunque cuando va progresando (con excepción de la guitarra rítmica) siguen en esa onda más pop que marca todo el disco.

En "All in your mind" se parecen a cualquiera menos a ellos. Aceleradísima, dispuesta claramente para el baile desmadrado. Pese a todo una muy buena canción.

"Bombers Bay" es para mí una de las mejores del disco, aunque recae en la senda de sus grandes éxitos, se inicia a medio tiempo, evoluciona entre riffs de guitarra y una contundente batería "Travelling dark on the road to Mandalay". Excelente.

Al darle la vuelta al disco parece que con "Lips like sugar" y su batería inicial volvemos a los viejos tiempos. Suenan con extraordinaria contundencia. La voz de McCulloch está más reposada, aunque cuando se eleva en los estribillos tiene un toque a lo Jim Kerr y aquí supongo que es cuando a ellos les entró más mosqueo. Pero todo esto lo digo por poner pegas porque el tema es de una de las mejores composiciones del disco.

"Lost and found" sigue siendo más relajada que las de la primera cara. Dignísima aunque un poco repetitiva.

"New direction" marchosa, no desentona en absoluto. Nada compleja


"Blue blue ocean" supongo que el título no le hace ningún favor y menos ese empeño en repetir ese repiqueteo del teclado que ya hemos oído mucho en este grupo. Hoy escuchada de forma aislada me parece una muy buena canción.

"Sattelite" es otra con pretensiones de "single" bastante calcada a las del resto del inicio del disco.

"All my life" es nada menos que... una balada que, cualquiera diría, que no le pega a este grupo, ni a este disco. Para mí es una de las mejores, sino la mejor de todo el disco. Esta canción nos la podría propinar hoy en día cualquier grupillo de esos de "indie folk" y a algunos les dejaría boquiabiertos. Sólo le faltan unos violines e instrumentos de viento y ahí queda eso. Este final deja bien claro que estos chicos nada tienen que ver con los que fueron, seguramente no supieron navegar en esas cuevas oscuras y buscaron rumbos en mar abierto y en esas zonas hay que tener muy buenos barcos y tener como mínimo el carnet de patrón de velero.

No es una obra maestra. De hecho, no tienen ninguna en su poco rotunda carrera salpicada de algunas canciones excelentes, como la emblemática "Bring on the dancing horses" que apareció como "single" entre álbumes en 1985. Así que como muestra este botón ya nos sirve suficiente.


domingo, 19 de octubre de 2014

David Sylvian. Jamás una nostalgia fue tan bella






1981-1982. Japan se habían sofisticado de una forma original hasta superar a sus referentes: The New York Dolls, Roxy Music... Tin Drum era al tecno, lo que los primeros Roxy eran a la Velvet. Y entonces, cuando parecía que podían llegar a algo, David Sylvian rompió el grupo y se puso a buscar un camino aún más oscuro, mitad pop y mitad ambiental. Brilliant Trees (1984) es su primer y maravilloso disco en solitario (con su hermano Steve Jansen y con Richard Barbieri, de todos modos). 

Digamos la obviedad más vulgar: Es una auténtica obra maestra. (Lo peor de todo es asistir a la posterior publicación de sus siguientes discos y tener que abundar en el mismo tópico. Estamos ante un artista mayor, de una juventud insultante entonces, creo que 26 años.) 

No me importa confesar que la paulatina elegancia de Sylvian conseguía mi admiración. Estéticamente, nunca he sido partidario del glam, pero el dandismo al que definitivamente se entregaba el hombre de la voz profunda me parecía un fiel reflejo de ciertas ambiciones de un arte elegante e intelectual. Admirable. 

Cualquiera que contemple la portada de Yuka Fujii para Brilliant Trees puede ver la belleza de la naturaleza unida a la sofisticación de un elegante dandi urbano. Esa paradoja se da igualmente en la música. Extremadamente delicada y bella; extremadamente exigente con el público (sobre todo la segunda cara). 

«The ink in the well.» ¿Quién no vibra con el contrabajo de Danny Thompson, en una onda gemela de la hermosura de «Shipbuilding», de Costello-Wyatt? 

«Nostalgia.» Fantasmas marcados por guitarras eléctricas de arpegios soñadores. 

«Brilliant trees.» Steve Jansen, Riuchi Sakamoto, Holger Czukay y la trompeta de Jon Hassell crean una selva electrizante que emociona. Me la ponía en la cama, con auriculares, a todo volumen, para escuchar cada matiz. Hay dos resoluciones melódicas que me ponen los pelos de punta, como si pudiera sentir lo que es el alivio de la expiración.









Es un disco para escuchar. Por eso ahí van un par de listas de reproducción con el disco entero y algunos extras.