viernes, 19 de julio de 2013
Steely Dan. Aja...Eiya... Ah, Ella
¿Por qué Ella? En fin, porque fue lo que pegó en la radio; porque es lo que procede de la infancia; porque, estando al borde de lo pasteloso, se salva y alcanza la beatitud. A lo mejor le tengo más ley a Countdown to ecstasy o a The Royal Scam, pero Ella me gana en el corazón. Aja es El disco de Steeley Dan.
En aquellos tiempos, cuando hacia las 10 me tocaba hacer las camas y tenía todo el día puesta la FM; en aquellos tiempos sonaba «Do it again». Pero eran los mismos tiempos en que sonaba la banda sonora de una película, «FM», y el consiguiente single de Steely Dan, porque en los años 70 se mezcló todo en mi cabeza: lo que provenía de los años 50 y 60, lo que era más reciente pero jamás había escuchado (y en España, además, se editaba como novedad) y las novedades estrictas. Después, cuando me enteré de que «Do it again» era del primer disco, me quedé de piedra.
En 1977 yo tenía 12 años. Y llegó ¡el punk! Pero ahí también estaban The Eagles y Fleetwood Mac, que creaban las obras más comerciales y de mayor calidad posible dentro del rock (rollo californiano) y de las posibilidades de los estudios de grabación. ¿Por qué no me iban a gustar los Steely Dan? ¿Por qué no me iba a gustar Aja?
Su estilo es una fusión rara. Esta es la primera razón por la que es un grupo de «éxito», pero me atrevería a decir que de un éxito muy limitado. Hacen una especie de jazz-pop de salón. Supongo que eso molesta a ciertas personas, pero a mí (que ahora mismo estoy saltando interiormente de gusto mientras suenan Ilegales en el artículo de mi hermano) no me importa que un dúo neoyorkino de niños introvertidos, amantes de la música y un poco listillos se monten un grupo en Los Angeles y parezcan unos macarrillas. No me importa que tengan como objetivo la perfección, ni que dejen de hacer directos para centrarse en publicar discos calculados en el estudio (y que echen a los del grupo y se conviertan en dúo con músicos contratados. En Aja sólo quedaba Denny Dias del grupo original, y solo toca a veces).
A ver, hagamos un símil de funámbulo: Steely Dan son al jazz lo que Roxy Music son al rock. ¿Qué hay de malo en las fantasías de lujo y perfección?
«Black Cow». Entrada sobria, pero contundente. Estamos en un chiringuito playero. Me gustaría conocer a las chicas que hacen los coros. Yo me pido un negroni, para perder la vergüenza. La canción va al trote, con una seguridad rítmica que ya querrían muchos para sí. Se podría bailar, lentamente. ¡Saxo calentorro! Qué grande. La fiesta promete finura, pero sin falta de energía. El sonido es lujoso, y eso hace que el corazón de rocanrol se difumine un poco, pero creedme, en el fondo son unos roqueros (se lo he oído decir a Larry Carlton). Según el documental, la «vaca negra» es una especie de refresco o batido.
«Aja». Yo pido a los lectores que se detengan, que escuchen muy atentamente esta sinfonía. Pido que se preparen para una dosis de música muy intensa, y pido que cuando se les ponga la piel de gallina y el corazón a cien no salgan a la calle a proclamar la aparición de un nuevo mesías. Pero cuando Steve Gadd y Wayne Shorter (¡sí, Wayne Shorter!) se ponen a dar cera con la batería y el saxo, amigos, entonces hay que tener cuidado. Esta canción es de una hermosura sin paliativos. Con su trazado de paradas y cabalgadas, con su melodía evocadora, se constituye como una obra musical de estructura rigurosa y deleitable. Obra maestra absoluta. Aja, voy a por ti.
«Deacon Blues». Otra obra maestra. No se puede ser más elegante. Uno ya se ha dado cuenta a estas alturas de que en este disco no toca un grupo, sino una orquesta, y que los arreglos tienen una altura y una belleza que no se pueden dejar de lado. La melodía es preciosa. En fin, sólo hay que escucharla. No es que me entere de nada de lo que dicen las letras, pero no hace falta (de hecho, las leo en la web y me quedo igual, son enigmáticas, su valor es connotativo. Sólo hace falta entender algunas palabras y montarse cada uno la película).
«Peg». Es la típica canción medio sosa de este grupo. No parece nada del otro mundo, hay que escucharla varias veces, hay que degustar los cambios de timbres, las diferentes partes de la canción. Y de pronto, un día, te encuentras tarareándola y comprendiendo que no tiene nada de sosa. Me encanta el fraseo de teclados. Parece una melodía para silbar. Optimista. El batería deja claro que va a indicar el camino. Los coros se encuentran con Michael McDonald (y suben un grado en su efectividad). Y cuando entra la guitarra, me recuerda el extraordinario trabajo que siempre hacen los Steely Dan a la hora de escribir los solos y de escoger guitarristas. Se podría hacer un estudio del sonido de la guitarra eléctrica a partir de sus discos.
«Home at last». La melodía de esta pieza entra más rápidamente en vena. Y se encuentra con ese cruce en el que la melancolía y la belleza son partes del letrero. Esa sección de viento..., qué bien. Y la guitarra..., muy jazzy, sostenida por la rítmica de Larry Carlton.... mmm, con chispa funky.
«I got the news». La que tenía menos grabada en la piel. Juguetona. A veces, las obras maestras tienen estos repechos; no porque no sea buena, que lo es: estamos hablando de la culminación de una carrera, estamos hablando de una gente que toca como Dios, que junta los instrumentos con gusto de cóctel. Pero es un repecho, cuesta subirlo. Menos cuando entra la parte de los coros, con McDonald, de nuevo, y la canción remonta de tal forma que parece una cuesta abajo sin manos. Y la guitarra marca la ruta con su solo, punteando. Mmm, los pianos tienen un sabor a Monk muy sabroso. Menudo juego rítmico entre bajo y batería. Bueno..., pero no queda grabada en la piel.
«Josie». En cambio, ésta desde el primer instante es fuego que marca al rojo. Imparable. Melodía y ritmo funky que se diluye cuando les interesa. Uf, y cuando llega el intermedio y el solo de guitarra, qué buenos. ¡Y cuando llega la coda, en que se repite el fraseo inicial, bellísimo, y uno se da cuenta de que toda la pieza es redonda, perfecta!
Existe un documental sobre este disco. Para quien sepa inglés, lo cuenta mucho mejor que yo.
Y hay un link superrecomendable: información detallada, con letra y entrevistas y comentarios sobre el disco, en http://www.broberg.pp.se/sd_aja.htm Es muy útil para saber quién toca qué en cada canción, dado que la nómina de músicos contratados para grabar el disco fue innumerable.
Probad a pasear por la playa con los Steely Dan. Creo que se descubre un horizonte más lejano.
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"Aja". ¡Qué tema! No se parecen en nada, pero a mi me recuerda uno de Paul Kossof, "Back Street Crawler", una maravilla de la improvisación, de meandros de rock y blues, un ir y venir que, no sé por qué, me conecta con "Aja".
ResponderEliminarNo se me había pasado por la cabeza esa asociación. Ahora mismo voy a Kossof, para probar. A ver si me das un toque, para hablar de jabalíes.
EliminarAh, pues no lo hubiera relacionado nunca. A ver cuándo me pegas un toque y hablamos de jabalíes.
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