Una y otra vez recurro a la infancia y al radiocassette, ¿por qué tendría que evitarlo? Comprendo que la idea de cubrir con un velo personal la música que muchos ya conocen, o que merecen conocer a su manera, pueda tener sus detractores. Pero no conozco ningún dato objetivo que me haya hecho correr a comprar un disco con el alma en vilo. En cambio, eso lo han logrado los comentarios subjetivos, a veces velados, a veces a gritos, siempre cercanos al terreno literario.
Corría 1975, la cinta tenía una de las portadas menos atractivas que haya visto; la música de Bob Dylan luego se presentaría raras veces en nuestro tocadiscos, y sin embargo..., Blood on the tracks es uno de los discos de entonces que recuerdo con más simpatía (y que no he dudado en comprar en cedé). Lo pusimos muchas veces, y nuestra preferida, creo recordar, era «Shelter from de storm». A mí me gustaba, cómo no, es un gran disco (me inclino a decir: una obra maestra), pero siendo Dylan hay un par de cuestiones que se deben superar.
Su voz. El timbre se ha hecho ya famoso, claro, y junto con el de Lou Reed, creo que es de los más imitados en el rock. No gusta a todo el mundo, pero lo cierto es que es molón. Y en este disco, concretamente, encuentro que Dylan canta como los ángeles: entona, afila, grita, gime y da intención a todo lo que dice (todo lo que uno imaginaba a los diez años; recordemos mi ignorancia del inglés).
El rollito country. Por suerte, me he recuperado de esa enfermedad. No es que me trague cualquier cosa con violín cajún y lap steel, pero ya no tengo el prejucio de entonces. Hay que seguir teniendo cuidado, porque está lleno de basura... Pero no confundamos: Dylan viene del blues y se encamina a donde le da la gana; por lo tanto, nada que temer. Sólo de forma miope se le puede clasificar como country.
Una
vez superado eso, una vez se ha comprendido que Dylan es un cantante
callejero con alma de rock and roll, uno está preparado para
estremecerse con Blood on the tracks.
Debo
avisar de que este disco combina las versiones grabadas, en primer
lugar, en New York, y luego en Minneapolis
(circula un Blood on the tracks New York sessions que hay
quien dice que es mucho mejor). El cassette, mi disco, lo que me hace
volver a 1975, es la versión oficial. Y aunque este diga que... y el
otro responda pero..., debo respetar las leyes de la nostalgia. Sin
embargo, parece que en internet es difícil encontrar muestras para
compartir del disco original. He hecho lo que he podido. Así pues,
recomiendo que la gente se lo compre. Al fin y al cabo, últimamente
parece que los discos clásicos no están tan caros.
Una canción preciosa inicia el viaje: 1. «Tangled up in blue.»
Voz de convaleciente, bonitas guitarras acústicas, acompañamiento sobrio. Qué grande es el señor Dylan para narrar historias. Me gusta su estilo (que por momentos aburre): recita la letra, la rapea, parece que sólo le dé melodía en el final de los versos, añade anécdota tras anécdota al cuento, cambia las entonaciones..., y entonces revienta y se convierte en estribillo, o mejor dicho, en el propio título de la canción. El grupo le proporciona un colchón envidiable. Al final, la armónica. Es Dylan puro.
2, «Simple twist of fate»: Qué belleza. Esta versión está muy bien, pero..., la del disco es mucho más hermosa en su juego de guitarras acústicas, en el eco de la voz, en la profundidad del contrabajo, en la dicción.
3. "You're a Big Girl Now." Hay algún loco por ahí que dice que esta versión es superior a la del disco. Incluso llega a decir que la del disco es UNA MÁS. Perdónales, porque no saben lo que dicen. Hay que ponerse de rodillas. Vamos, que siento de verdad no poder compartir la versión del disco. Dios..., ¡pero si es la mejor!
4. "Idiot wind." Comparto todo ese desprecio, toda esa burla y sarcasmo. No somos nada. Me recuerda que hay que decir que el tipo que tocaba el órgano lo hizo de puta madre (en todo el elepé).
5. En "You're Gonna Make Me Lonesome When You Go" encuentro que las reflexiones de Dylan, parece que cercanas a la reciente separación de su esposa Sara, se suben a un vagón de country acelerado. Me encanta cuando se hace el listillo (igual que su amigo Van Morrison) y compara sus tormentosas relaciones amorosas con las de Verlaine y Rimbaud (me encanta ahora, que puedo entender lo que canta). Para que os hagáis una idea, Verlaine le pegó un tiro a Rimbaud. Me gustaría recordar aquí, caprichosamente, el inicio del poema de Luis Cernuda (jamás está de más):
El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.
Bueno (¿cómo que bueno? ¡Menudo discazo! ¡Menuda primera cara!), hay que sacar la cinta, darle la vuelta, introducirla de nuevo y... la segunda cara.
1. "Meet Me in the Morning." Esto es campo viejo. No es negro, pero casi. Aprecio mucho que la gente sepa encontrarse por la mañana.
2. "Lily, Rosemary and the Jack of Hearts". Esta sí es descaradamente country, o similar. En fin, no es lo que más me gusta, pero no por nada..., son prejuicios.
3. "If You See Her, Say Hello." Cuando tenía catorce o quince años pensaba mucho en este título. Mi ilusión era encontrarme con ella. No había entendido nada de lo que dice la canción, claro. Esta tiene una versión muy bonita de Jeff Buckley (claro que él todo lo hacía bien, ¿no?). Si la hubieran hecho los Eagles, se notaría a la perfección el valor del poeta contrapuesto a la caricia de la FM.
4. "Shelter from the Storm." Qué buena. Entra, dijo ella, te daré cobijo contra la tormenta. Guau. La narrativa genial de Dylan, la capacidad de componer estrofas que estallan en el título-estribillo. Todo gira y rueda hasta su lugar natural. ¡Eso es un trovador! Qué buena. Y aún mejor leyendo ahora la letra.
5. "Buckets of Rain." Sí, sí, creo que en el cassette los títulos de las canciones venían traducidas, y yo pensaba: ¿Cubos de lluvia? Menuda gilipollez. La guitarra es una maravilla. Simple. Me gusta incluso cuando parece que el guitarrista no consigue el sonido deseado. Folk muy cercano a lo que había hecho un Nick Drake.
Bob Dylan, esa obviedad. No os perdáis este disco. La descarga emocional es de excepción. ¿Cómo quejarse de su manera de cantar si es capaz de expresar tanto, si es capaz de hacer teatro con las inflexiones de voz? A must have. Algo así como la mousse de limón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario