The
Smiths fueron un grupo de indudable éxito y escaso recorrido. Tras su
desaparición, la repercusión de su cantante y su guitarrista conseguida por
separado no son en absoluto comparables a la obtenida en comandita. Eso
demuestra que los cócteles de genios son explosivos, duran poco, son difíciles
de repetir y causan sus efectos de forma imborrable.
Para
mí son un grupo de canciones más que de discos. Los tengo todos pero no los
oigo nunca enteros, siempre voy saltando canciones, ninguno de ellos me parece
excepcional, incluyendo el afamado “The Queen is dead”, pero en todos hay
canciones que forman parte de forma permanente de mi armamentario e imaginario
musical. Por eso me he decidido a
comentar el “maxi” de la canción “This Charming Man”.
La
portada mostrando a Jean Marais caído y reflejado en acuoso espejo, parece
pronosticar la muerte joven de su proyecto musical, un cadáver bonito y joven
siempre da que hablar y conjeturar durante mucho más tiempo que uno arrugado,
caduco y de deterioro lento.
La
temática de sus canciones con insinuaciones claramente homosexuales es atrevida
para su época. La característica voz de Morrisey junto con los riff guitarreros
de Johnny Marr le dan el toque de originalidad necesario para que nos quedáramos
enganchados a este grupo y esperáramos ansiosos a su primer álbum que (en mi
opinión) resultó algo decepcionante, probablemente por su producción huérfana
de la potencia y frescura de sus sencillos y una mala selección de canciones.
Volví a creer en ellos después de ver televisada una actuación suya en TVE. La
fuerza de su directo, la potencia vocal de Morrisey y su presencia escénica
elevaban su credibilidad. Un grupo con voz, guitarra, bajo y batería, con un
nombre sencillo y nada rebuscado, en una estación marcada por los “New
Romantics” en las primeras posiciones de las listas, daba un contrapunto
interesantísimo.
La
canción “This Charming Man” está marcada por la guitarra de Marr de inicio a
fin, ese riff americanizado de la
Rickenbacker, que te perfora la sien y queda alojado de forma permanente en la
memoria, es inconfundible y cuando aparece la afilada voz de Morrisey te entran
ganas de bailar, de saltar, de gritar como el cantante antes del estribillo o
de tararear. Una canción para la historia, eterna.
La
canción aparece en dos versiones “Manchester” y “New York”. Sinceramente, no le
acabo de ver la diferencia., de hecho para mí la segunda sobra. Si ya lo has
hecho bien en tres minutos no busques la perfección alargando el tiempo pero...
yo no estaba entonces con ellos para aconsejarles y ellos eran jóvenes y con
ganas de triunfo y probablemente de dinero. La alargan un poco con bajo y
batería supongo que para las discotecas pero la disminución de la presencia de
la guitarra deja totalmente huérfana la canción aunque repita el eco la voz del
cantante.
Las
otras dos canciones que ocupan la cara B, sólo aparecen en este single ya que
nunca formaron parte de un LP. Por suerte, no figuran sólo para rellenar. De
hecho son las que acaban de compactar el trabajo al insistir en las excelentes
bases de la canción principal. Los gorgoritos de Morrisey en “Wonderful Woman”
con una armónica de fondo y el ritmo de la guitarra conforman una de las
mejores canciones de ritmo lento de este grupo en mi humilde opinión. Que lo disfrutéis.
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