Barcelona era la ciudad legendaria del
país en cuanto a lo cultural durante la dictadura. Todo lo brillante del
panorama literario y musical sucedía en nuestra ciudad. Madrid era una capital
lejana, sin mar (grave defecto), gris (como la policía franquista), caótica,
llena de ministerios y militares y poco simpática. Una ciudad exenta de poesía
y de atractivo para la juventud.
Moris, un rockero argentino que recaló
en el foro casi por casualidad puso a Madrid en órbita en cuanto a la música
moderna y, en mi opinión, fue la punta del iceberg de la que luego emergió la
“movida”. Supongo que no lo pasó bien durante sus primeros tiempos. Pensiones,
comidas de menú, poco dinero y añoranza. Mientras tanto, se dedicó a pasear por
la ciudad y descubrir detalles y rincones hasta entonces desapercibidos y con
sus canciones puso la primera piedra para que esa ciudad sustituyera a
Barcelona en cuanto a lo más moderno del horizonte musical en los ochenta.
En Barcelona abundaban los grupos
serios y sesudos, con músicos excepcionales que hacían la música denominada
“laietana” (algunos de ellos un coñazo de tipo “cultureta” y “progre” que el
tiempo puso poco a poco en el lugar que les correspondía) otros hacían música
bailable y salsera y por otra parte teníamos la “nova cançó”. Vamos poco rock
and roll y bastante aburrimiento salvo que a veces había que correr delante de
los grises después de los conciertos. Madrid estaba entre igual y peor, algunos
grupos que hacían “heavy rock”, pop convencional y aburrido y los Burning que
por entonces cantaban en inglés y estaban a punto de dejarnos clavados con “Que
hace una chica como tú en un sitio como éste”. Los Tequila (que tocan los
instrumentos en este disco) eran un grupo para quinceañeras que en casa
despreciábamos infinitamente.
El disco en vinilo ya no existe en mi
discografía. Me parece que mi hermano lo vendió o cambió (como muchos otros).
Como teníamos poco dinero era una manera de renovar la discografía, aunque a
veces tenía como inconveniente que te arrepentías del cambio y ya no tenía
remedio.
Yo lo compré por canciones como“Rock de
Europa” en la que Moris con todo el descaro declaraba que “Mucha ideología pero
pocas tías”, toda una declaración de intenciones para un varón atontolinado por
las hormonas como yo en esa época. También me gustaban “Sábado a la noche” y
“Zapatos de gamuza azul” que, aunque sonaban a versiones de canciones clásicas
de Chuck Berry, daban ganas de ponerse cazadora de cuero o vaquera, botas
camperas y salir a bailar como loco (cosa que no intentaba porque se me daba
francamente mal la coordinación de movimientos). Algunas exhiben un descaro poco habitual en
canciones en castellano de esa época como en “¿Qué dije?”(“Y te preguntarán.
Nena te han tocado y tú contestarás. Sí, mamá en todos lados”) o “Rock del
portal” (“Un chaval en un portal de la calle principal amenaza derrumbar las
paredes del lugar. La chavala no está mal y parece disfrutar del empuje de
nuestro campeón”.
El disco es sobresaliente en especial
en sus baladas, todas ellas con referencias a la ciudad y sus calles (Bravo
Murillo, Plaza Castilla, Princesa) como es el caso de “La ciudad no tiene fin”;
“Tarde en el metro”; “Nocturno de princesa” y “Balada de Madrid”. Algunas de
ellas las podría haber firmado (con todos los respetos) el mismo Sabina. Son
canciones de persona del pueblo, de obrero, de rebelde, de hombre solitario y
pobre. De tío sentado en un bar escribiendo lo que ve mientras apura un cerveza
tras otra. Otra diferencia importante con los grupos de la escena catalana que
de proletario no tenían ni el nombre.
“Y escribo y describo lo que voy mirando. Los Beatles ya viejos mirando a la gente. Mil flores de plástico, un disco fantástico. Y Drácula que mira a King Kong con ira y el Che Guevara gira que te gira.”
En definitiva, música creíble, del pueblo y para el pueblo, con un toque de rebeldía muy adecuado para la época y que influyó en la aparición de algunos de los grupos más importantes de la “movida madrileña” a punto de eclosionar.
“Y escribo y describo lo que voy mirando. Los Beatles ya viejos mirando a la gente. Mil flores de plástico, un disco fantástico. Y Drácula que mira a King Kong con ira y el Che Guevara gira que te gira.”
En definitiva, música creíble, del pueblo y para el pueblo, con un toque de rebeldía muy adecuado para la época y que influyó en la aparición de algunos de los grupos más importantes de la “movida madrileña” a punto de eclosionar.
“Pero nada es perfecto y menos esta
canción, pero igual te la canto, te la canto y me voy”
Ahora voy a volver a escuchar la
“Balada de Madrid” que me recuerda a algunos jóvenes de mi barrio jugando a las
tragaperras, a emigrantes trabajando de madrugada, a solteronas esperando
todavía el amor, a resaca desesperada, a juventud perdida trabajando en una oficina, a sueños nunca cumplidos y que ya no volverán.
“Ya es muy tarde en la Gran Vía. Sin
pasta no hay alegría y con pasta porquería. Mejor me voy a dormir. En Madrid
despierta el día”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario