Arranca el disco y dice “¡Oh, yeah!” y ya te ha ganado para
su causa, empieza a desgranar su historia lentamente casi hablando, con cierta
pereza, con unos coros de fondo, y los instrumentos de viento (un oboe) que
casi parecen más potentes que su voz, pero suelta “¡Aleluya!” y notas que está
conteniendo su fuerza, que todavía no es la hora de liberarla. Y después de la
primera canción empiezan los escalofríos, te sube la fiebre en la segunda y
cuando empieza la tercera y comienza a emplearse a fondo, la voz ya caliente, como
si fuera en directo, constatas que en realidad está rezando, que recita una
misa dedicada a un dios invisible, arcano, que es el suyo y es el mío y tuyo y que cuando
acabe el disco será el nuestro.
Esa tercera canción en la que los metales se
intercalan con la voz soltando verdades como templos (“And if you get it right this time, You don't have to come
back again, And if you get it right this time, There's no need to explain”),
abriendo caminos entre casas encaladas, de techos bajos y rojos preludia a la
“Ciudad llamada paraíso” con todo el grupo sonando afinadísimo como fondo de
unos bellos arreglos de cuerda mientras miras maravillado las calles y te
inunda el gozo demostrado por la entrada potente de los metales y... Van baja
el ritmo y recita otra vez contenido señalándote cada uno de los edificios de
esa plaza del Edén al que acabas de llegar. Los músicos aceleran lenta pero
incesantemente y él cada vez se esfuerza más para no chillar de alegría, ya lo
hacen los coros en la parte central de la misa.
El piano anuncia el inicio del éxtasis, tintinea alegre en
la introducción y “el Hombre” recita de nuevo un pasaje de ese libro sagrado
que se abre al penetrar el templo y te advierte, te da admoniciones y consejos
y... dice “All right” y sube el tono y ahora notas ese picor típico en las
fosas nasales que anuncia que estás a punto de llorar sin motivo, de emoción,
incluso de alegría, que sólo falta una pequeña vuelta de tuerca para hacerlo y
él baja el tono para que te temples, para que decidas si abandonarte, si el
sentimiento vale la pena, para que mires a los lados y te asegures que no hay
nadie. Mientras, suben los teclados y él cada vez lo dice más fuerte y te
rompe, te rompe, te quiebra, abre un profundo desfiladero en tu pecho. “All right”, para
otra vez y lo dice más lento pero más seguro y serio al final.... ya sabes que
no ha acabado la canción, que la han dejado a medias exprofeso, que la tendrás
que oír o ver en directo (Yo lo hice) para saber porqué y qué has sentido. Pero el mensaje
ha quedado clarísimo: "No Guru, no method, no teacher.
Just you and I and nature and the Father in the garden"
Dudas seriamente si dar la vuelta al disco, parece que haya
acabado la eucaristía, yo lo he hecho obligado por tener que escribir sobre
ello, pero reconozco que vale mucho la pena. Lo abre otra canción de voz
contenida y orquestación elegantemente clásica, violines y flautas, mientras te
habla de “Tir Na Nog”, un lugar remoto, la tierra de la eterna juventud, el
equivalente irlandés del mítico Shangri-La. Las canciones toman un rumbo
diferente a partir de aquí, quizás algo menos místico. Pero cuando en “Here
comes the Knight” canta “Baby, baby, baby” antes del estribillo ya te convence
de que “This love will surely last
forever”. Si ese momento te pilla
mirando a unos ojos almendrados seguro que creerás que es la más bella del
mundo y que ese sentimiento que, de momento, sólo asoma por las esquinas podría
ser de verdad para siempre... Es lo que tiene Van, te lo crees hasta cuando
miente. En algún sitio he leído que esta canción es un homenaje a WB Yeats (poeta favorito del cantante) e incluso cita
su epitafio que yo en la letra no encuentro. “Dirige
una fría mirada a
la vida, a la muerte. ¡Jinete,
sigue!”
La siguiente es otra de las grandes del disco “Thanks for
the information” aquí se emplea ya sin ningún tipo de retención, te devuelve el
gozo por la vida, te hace feliz por los pocos minutos que dura. Parece que el
fin de la ceremonia inicia el de la celebración. El final con la trompeta y
saxo es simplemente definitivo.
“And it's wonderful and it's marvelous
How we can ever make it through
Sometimes I wonder how we can ever
Make it from day to day”
How we can ever make it through
Sometimes I wonder how we can ever
Make it from day to day”
El disco podría acabar aquí pero todavía guarda dos piezas
extraordinarias. “One Irish Rover” y la muy conocida “Ivory tower”, ideal para
cerrar el disco con un tono optimista en los ritmos. En realidad te pide que
bajes de tu torre de marfil para verle de verdad, para confirmar que es
uno más que sufre. Te deja claro que eres tú el que mira desde arriba y que si
te pones a su altura te darás cuenta de que sólo es uno más pero con una voz
increíble.
“Don't you know the price that I have
to pay
Just to do everything I have to do
Do you think that there's nothing to it
You should try it sometime”
Just to do everything I have to do
Do you think that there's nothing to it
You should try it sometime”
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