Si
algún disco merece la etiqueta de “Rock sinfónico” es éste del ex-guitarrista
de la primera época de Genesis. Anthony Phillips abandonó la formación después
del disco “Trespass”, aunque quedaron restos suyos en algunos temas del excelente “Nursery Crime”. Gran
influencia debía tener en la banda porque se nota un claro giro en el timón
musical de la banda tras su marcha. No debieron enfadarse mucho porque en éste
su primer disco en solitario colaboran varios de los miembros en la composición
y en las voces.
El
disco era una especie de mito en España... No se encontraba. No sé si llegó a
salir en su momento. El caso es que los “entendidos” y los críticos hablaban
maravillas de él, pero nadie tenía oportunidad de oírlo. O te ibas a Londres, (cosa
fuera del alcance de la mayor parte de los mortales y menos de unos tipos del
Turó de la Peira menores de edad); o tenías la suerte de ir a Andorra a comprar
quesos con la familia (objetivo totalmente fuera de los parámetros de la mía);
o pasados unos cuantos años a unos amigos les daba por ir a Andorra en autocar
a pasar el día y te apuntabas con ellos y en vez de venir cargado con tabaco,
queso, mantequilla y otros múltiples enseres, te dedicabas a recorrer tiendas
de discos y ponerte bizco y comprar dos o tres que la cosa estaba muy chunga de
dinero. Así me lo compré yo, en una de esas tiendas en las que me quedé la
mitad del día mientras mis amigos se dedicaban a otros menesteres y pensaban
que estaba loco, cogiendo y dejando discos, dudando en cuales elegir. Uno de
los escogidos a la primera y que no solté fue la única copia de éste. Estaba
seguro de que lo necesitaba. No sé decir porqué, pero es cierto. Si no fuera
por lo frágil que es la memoria acudiría a él con más frecuencia. Esta obra es
de aquellas que notas, de pronto, en la piel al oír unos acordes, al barajar
antiguos recuerdos, al mirar fotos viejas en álbumes obsoletos.
Mi
disco es una pieza única, entre otras cosas porque el estampado de las caras
está invertido. En la cara A suenan las canciones de la cara B y viceversa.
Igual sólo es el mío o es toda una partida, pero me complazco en pensar que
vale una pasta. Si alguien quiere pujar me temo que no lo vendo.
Nada
más ver la portada me convencí de que ese disco era una obra maestra y no me
equivoqué. La portada hace honor al interior, es música de trovadores, de hadas
y ninfas, de pájaros que hablan y forman ejércitos acorazados, de caballeros
justando en un puente, de lagos con nenúfares, de rayos de sol
emergiendo al fondo de castillos, de torres de vigilancia sobre veleros que
navegan en inmensos ríos. En definitiva,
un disco para cerrar los ojos y paladear lentamente, sin hablar,
preferiblemente mientras está anocheciendo, en ese confuso momento en que no
sabes si vive o muere el día, si duermes o estás despierto.
Las
piezas musicales se suceden apenas sin interrupción así que lo mejor es
escucharlo íntegramente. La mayor parte de ellas son instrumentales. Sólo tres
son cantadas... Pero ¡qué tres! Bellas, acariciantes, sedosas y dulcemente
nostálgicas. “Which way the wind blows”
cantada por Phil Collins; “God if I saw her now” cantada al alimón por Collins
y Viv McCauliffe reproduce una conversación sincera (y poco habitual entre
amantes), en la que (al fin) un hombre responde (por una vez) de verdad a la
eterna pregunta (¿En qué piensas ahora?) que tienen la mala costumbre de hacer
algunas personas en algunos momentos íntimos. Si esta canción no te emociona severamente pasa página y
dedícate a otra cosa pero no vuelvas a este blog. En la cara B (la 1 según mi etiqueta)
“Collections” cantada por el propio Phillips surge tras la larga canción que da
título al disco dejando un aroma agradable al final de la grabación.
“Love
is for the fool. A blind man, he always said. But of it’s joys, he sometimes
spoke . And then it seemed he could see.”
El
resto... es todo instrumental, cercano a la música clásica como nunca, oboes,
flautas, cellos, violines,... para soñar y deleitarse y escucharlo con paciencia. ¡Vamos que lo oigas!. ¡Leches!
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