sábado, 18 de febrero de 2012

The replacements. No se lo cuentes a nadie. "Don't tell a soul"


Este grupo americano destacaba en sus primeros discos por su estilo de rock alternativo rozando el “punk” y por no ser nada políticamente correctos.  Poco conocidos y reconocidos en la actualidad, tiene el honor de tener dos de sus grabaciones en la lista de los “1001 discos que hay que oir antes de morir” de Robert Dimer y  uno de ellos ocupa el puesto 239 entre los 500 mejores discos según la revista Rolling Stone (Wikipedia dixit). Ninguno de ellos es el que nos ocupa hoy. ¿Entonces? ¿Por qué escribir sobre éste y no sobre otro? Porque es el único de ellos que tengo en vinilo y además tiene el honor de ser uno de los últimos vinilos que compré (en 1989) antes del aluvión del CD y, sin desmerecer las opiniones de los críticos, a mí, me parece buenísimo. Reconozco también que es el más comercial de ellos pero, no siempre comercial significa poca calidad o falta de originalidad.

Lo tuve grabado en cinta y me acompañó en un “walkman” en algunas guardias mientras miraba atónito lo rutinario que resulta sobrevivir sostenido por unos delicados hilos que algunas hadas se entretienen en tejer y cuidar. Esos hilos que se rompen sólo con el roce de los filos de las miradas ausentes. También me recuerda llamadas de teléfono, realizadas en voz baja,  desde zonas casi públicas (no había móviles), dudas sentimentales y profesionales que se disiparon totalmente en esas fechas.

“Don’t tell a soul” está diseñado en negro, repleto de sombras en su carátula e interior, una oscuridad que sólo provocan de forma ocasional sus canciones sin prestar atención a las letras, atendiendo nada más que a las sensaciones que produce escucharlas “a pelo”. Ahora, mientras asoma potente, incluso en las baladas, por las Sonus Faber, confirmo nuevamente que es uno de aquellos discos de antes, sin desperdicio, sin rellenos, que no necesita “bonus tracks” o versiones en directo para que te des cuenta que las canciones son redondas y rotundas, que tienes en tus manos la obra definitiva, que no precisa retoques. Sigue inalterable como un edificio bien construido, pese al transcurso de los años.

La cara A reúne un puñado de canciones que podría haber tenido gran calado comercial, aunque no lo consiguió del todo. Las melodías carecen de la crudeza de algunos de los temas primerizos de este grupo. Son menos alternativos, menos marginales, quizás suavizados por las limas de la industria, buscando mayor repercusión en las cuentas de resultados de las compañías. Eso no supone una distorsión en la calidad.

“Talent show” tiene ritmo sin desbocarse, un estribillo pegadizo, ideal como single y para abrir el disco.
Las guitarras se hacen más aceradas en el inicio de “Back to back”, los potentes redobles de la batería acompañan la voz susurrante de Westenberg (“Sabes que cometí un error”) hasta el breve éxtasis guitarrero final.


“We’ll inherit the earth” es apoteósica de principio a fin, sube poco a poco hasta el estribillo, da ganas de subir el volumen (lo estoy haciendo, lo siento por los vecinos), el vertiginoso final suspirando “Vamos a heredar la tierra. No se lo digas a nadie... Tengo las manos en los bolsillos y estoy esperando que llegue el día” te pilla bailando y da inicio sin descanso a “Achin’ to be” sensacional continuación, el batería entrechoca los palillos “un, dos, tres” y sale una de esas canciones en la que “She” es la palabra que llena las letras, ¡qué bien suena cada vez que lo dice el cantante en todas las gamas posibles de la palabra!: “She opens her’s mouth to speak and what comes out is a mistery”. Como siempre, misterioso y dulcemente doloroso, por mucho que lo pretendamos no las entenderemos  (Ellas tampoco a nosotros) “Well, I saw one of your pictures. There was nothin' that I could see. If no one's on your canvas. Well, I'm achin' to be”.  Todo adornado por una armónica que suena en los momentos precisos como si se tratara de un grupo de trovadores que pasea de pueblo en pueblo.



Después de esto podría acabar esta cara, podría acabar incluso el disco, pero el cantante abrevia la cuenta ahora y sólo bisbisea “Three, ahhh”, los palillos acarician la batería, los coros ululan y surge una balada preciosa y precisa “Están ciegos”. Si Elvis volviera a la vida seguro que haría una versión que daría la vuelta al mundo.


“An old man said to me. Go home and take it easy. And run to me, run, run. Only like a date with her. Only one more day with her. Then I'll run back. Then we'll run back blind”

El inicio de la segunda cara es una declaración de intenciones, quieren dejar patentes quienes son, de donde vienen. Grito desgarrador, ritmo estilo “Ramones”, potencia a raudales, dosis de mala leche en el recitado “En cualquier sitio mejor que aquí”... creo que estaba francamente cabreado cuando la compuso. “Your hair is black. Because you taint it. Your life's a joke so tell me, ain't it?”



“Asking me lies” es la perfecta continuación de la anterior, ya te pilla caliente, con los motores preparados para acelerar. No baja la intensidad en "I’ll be you", una canción que figura entre mis favoritas de todos los tiempos, contada más que cantada, una canción versátil que encajaría perfectamente tanto como balada intimista y acústica como en una versión con ritmos de velocidad supersónica. Esos que aparecen en la claramente rockera “I won’t”. El disco llega a un paroxismo que anuncia el final y éste se produce en forma de canto místico, aparecen los teclados y una guitarra acústica adornando otra pieza clave del disco “Rock’n roll ghost”, bellísima, suave, tierna y delicada.  Casi como de propina porque es la sexta de esa cara, y no es habitual que haya más canciones en la segunda cara que en la primera y menos seis (Un tema curioso sobre el que podríamos debatir algún día), “Darlin’ one”. Lamentos y aullidos finales, de alta intensidad sentimental. “Five hundred midnights since have passed. Since I held you fast . You were safe at last .”


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