Esta reseña de un disco pretendidamente "sobrero" encierra una disculpa de éste que suscribe, una búsqueda de indulgencia por haber omitido algo bueno, la lidia de un disco adicional para compensar el lapso.
Mi laguna ha sido haber apartado de la lista de discos del año a "Tras el Huracán" de Txetxu Altube, sencillamente porque no lo había ni escuchado. Cosas mías... que hago el borde por cualquier cosa, y los violines y las flautas me recuerdan a "The Coors", y me cabrean, me pongo borrico y no hay manera de hacerme cambiar de dirección la cabeza, hay que dejarme a mi aire, con la rienda suelta porque respondo muy mal a los tirones y a las órdenes, pero poco a poco tomo el camino de vuelta.
Ese camino de vuelta es el que me ha hecho ponerme a escuchar el último de Txetxu, un músico que me he hartado de decir que está infravalorado y al que (he de reconocer con vergüenza) tenía medio abandonado, no le hacía casi ni caso por culpa de violines y flautas y abstinencia de corriente eléctrica, pero me he puesto a escuchar este disco y me he encontrado un puñado de canciones de gran calado. Él sigue en su línea (igual es más borrico que yo) y se empeña en demostrarlo.
Yo le pondría más rock, un poco más de rabia y más electricidad a sus canciones, como en la espléndida "Escultura de polvo" pero ese es mi gusto y no tiene porque ser el bueno. Por eso, cuando las desnuda y las deja sólo con guitarra y voz me deja sin argumentos, simplemente a solas con mis sentimientos. Él puede hacer lo que le de la real gana que para eso las canta y las compone.
En cuanto vuelvas a mi tierra me voy a tu concierto de rodillas y te hago el "quite del perdón". Aquí describe en términos taurinos de forma extraordinaria Joaquin Vidal lo que es.
No está mal, pero con Los Madison hacía magia, como sonaban, qué pena su separación.
ResponderEliminarNo está mal pero con Los Madison sonaba mágico, cada uno de sus temas, ojalá vuelvan.
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