sábado, 5 de julio de 2014

Tom Verlaine. El destrozo del televisor (y II)



Vamos a ser justos desde el primer momento. Verlaine es el artista más clarividente de la pareja en este destrozo del televisor: toca con inteligencia. Y Lloyd es el hombre en que la tortura se traduce en nerviosismo de la guitarra. (No me malinterpreten, por favor.) Y la otra pareja, la eterna base rítmica presta a ser olvidada..., sólo puedo reconocer su solvencia y su labor de refinamiento (cómo se nota la ausencia de Billy Ficca en los discos de Verlaine, por ejemplo, sobre todo a partir del segundo: Dreamtime).

Y en esa justicia entra la decisión del disco: creo que Dreamtime es EL disco de Tom Verlaine, y si no, Flash Light; y sin embargo, desconfío del hecho de que no me acuerdo del título de todas sus canciones. En cambio, el primero y homónimo no les va a la zaga: y me lo sé de memoria. Vamos, que habrá que confiar en las señales.





No me voy a meter con las letras, porque mi inglés es justito; pero la calidad literaria de algunas me parece evidente (estoy pensando en «Kingdom come» y en la maravillosa «Postcard from Waterloo», de Words from de front). Musicalmente, la riqueza en el estilo, en el riesgo del sonido, en la construcción de las partes de guitarra..., pertenecen a Verlaine en este destrozo del televisor. Lloyd es más clásico, más temperamental. Y a mí me gusta el perfil arty de Tom (y me disgusta si lo relaciono con Patti Smith, que me parece una iluminada de pacotilla). Como Tom calla mucho mejor que Patti, lo respeto. Si en vez de hablar con la guitarra y desafinar con la voz, hablara y escribiera (como la Smith) del bien y del mal, ¡o de Dios!, entonces... (Qué diferencia en el discurso de Rickie Lee Jones, que sabe explicarse, que no tiene asomo de fanatismo, que no se las da de mesías.)

El primer disco de Tom Verlaine es en realidad el tercero de Television. Se nota mucho. No se atreve todavía con el salto de Dreamtime. Y eso se disfruta mucho en «Souvenir from a dream», en «Kingdom come», en «Flash lightning», en «Last night», en «Breakin' my heart». En cambio, «The grip of love» es ya una mirada a la síncopa del futuro. Arrancar y parar, arrancar y parar. A Verlaine no le atrapa tanto la melodía como el contrapunto. Y a partir de aquí va a demostrarlo en discos buenísimos, pero que no van a tener gran éxito. ¿Por qué? Porque son difíciles de tararear, desde luego. 

Vamos a ello. Vedlo en «The grip of love». En-tre-cor-ta-da.
Y ahora, por contra, «Souvenir from a dream». Fijaos en la continuidad del fraseo de guitarra. Un tornillo sin fin. Y el piano no se atora; resplandece.
 Y de «Kingdom come» ¿qué se puede decir? Me callo. Escuchad. Una de las mejores canciones del siglo XX. Seguro que David Bowie piensa lo mismo.
 «Mr. Bingo». Por debajo del listón. ¡Pero es que llevábamos tres de aúpa! Verlaine quiere hacer pop. No es su género. ¿Quién quiere escuchar esas guitarras tan geniales en medio de una melodía intrascendente?
«Yonki time». Ahora la soporto, pero siempre me la saltaba.
«Flash lightning». Vuelve a subir el listón hasta la excelencia. Me deja de rodillas, venerando su dramatismo. Ahí sí que demuestra ser «el guardían de la llama».
 
«Red Leaves». Aquí el pop encuentra lugar de manera más natural en el carácter de la música de Verlaine. Es el camino que seguirá en el futuro, quintaesenciado. Ritmo y contrapunto se entrelazan sin piedad hasta que llega el estribillo con su estúpido falsete.
 
«Last night». De nuevo arriba del todo. Balada de escalofrío. El solo de guitarra te toma y te vuela la cabeza.
 
«Breakin' my heart». La mejor Velvet Underground. Los Blue Aeroplanes la hacían en una versión incendiaria. Gran final. A toda máquina.
La conclusión: En casa de cada uno, habría que hacerse un par o tres de recopilatorios de las mejores canciones de los discos en solitario de Tom Verlaine. Tendríamos tres obras maestras asombrosas.

 La conclusión (II): ¿Quién le ha dado vela en este entierro a Jimmy Ripp? Extraordinario guitarrista, lugarteniente de Verlaine. ¿Pero quién le ha dicho que podía sustituir a Richard Lloyd en la televisión sin que el cielo se viniera abajo? Resulta que desde hace unos años giran con esa nueva formación (y por cierto que maldita la gracia que le ha hecho a Lloyd). ¡Lo que hay que hacer para ganarse la vida en este mundo del arte que no le importa a nadie! Vamos, que le perdono.

Aquí los tenéis. ¿Un poquito perezosos, no?

4 comentarios:

  1. El primer disco de Tom Verlaine en solitario cada vez me gustaba más y eso que había algún tema que me saltaba como tú, me suena que el mismo que citas por lo menos. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Salud, Johnny. Es lo que tienen los artistas, que les da por mostrar su "monkey mood".

    ResponderEliminar
  3. Vaya, por esta vez creo que debo mostrar mi desacuerdo. Viví el nacimiento de Television con Marquee Moon y, aunque eso sonido no me llegó nunca, como tampoco otros muchos que surgieron a partir de ahí, reconocí enseguida que era algo nuevo, original, especial. Yo tiré más hacia Patti Smith. Por eso no estoy en absoluto de acuerdo con esas afirmaciones que la reducen a una iluminada de pacotilla que no sabe tocar la guitarra. No es verdad. Patti Smith es rock y también es punk y es literatura, y no un mito que viva de rentas.Solo hay que escuchar una ratito "Trampin", del 2004, para darse cuenta de que sigue en activo y en plena forma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Pues claro que sí! Sólo faltaría que no se pudiera disentir.

      Pero mi manía no es una cuestión de rock. Es más visceral. Es una desconfianza. Es escuchar su discurso y sentir que es mentira. Incluso, fíjate, no que siempre fuera mentira, sino que ahora lo es. No la veo muy lejos de Bono. Pero reconozco que son pálpitos y prejuicios. Y no me gusta el aura mesiánica que se otorga, incluso (creo), usando las desgracias que ha vivido en propia carne. Soy muy sensible sobre ese tipo de cosas. Vamos, que es una cosa muy personal y poco objetiva.

      Eliminar