domingo, 20 de julio de 2014

Lou Reed. Podría ser Nueva York.




No. No puedo escribir un artículo sobre ese disco y no sentir que me dejo mil cosas. Excepto por la hemorragia juvenil de Rock and roll animal, no me dejo convencer; no puedo identificarle sólo con un disco. Por eso traigo aquí a colación una lista de «esas que me gustan a mí», pero que no son las canciones más conocidas del «nyc man». 

Al menos tendrá, eso sí, una de las mejores canciones del disco de 1989 (que pudimos escuchar enterito en directo en el Velódromo de Horta). De aquel concierto no me acuerdo absolutamente de nada. Era feliz. 

«Make up.» De Transformer. Me gana el inicio elegantísimo del bajo. Cuánta delicadeza en las guitarras. Y entonces te percatas de que el trombón y las letra sobre maquillaje le meten un humor zumbón que te parte. A mí me gana el corazón cuando dice «yeah, we're coming out», y lo repite, y lo repite, y la guitarra y el trombón crean un ritmo que tiene toda la nostalgia del mundo (y eso que, vamos, hasta hace poco, yo, ni enterarme de que se trataba de salir del armario).
   
«A gift.» De Coney Island Baby. Es que a mí me gusta mucho ese susurrador de imágenes. Y qué grandes guitarristas escogía siempre el muy cabrón. Esto sí que lo entiendo muy bien. Ojalá pudiera ser un regalo para las mujeres de este mundo. Vocación de don juan que tiene uno.
   
«Baby face.» De Sally can't dance. Esta es peligrosa. Se nota una mala leche importante. Hay un momento en que acojona como si un asesino amenazara con acabar contigo. Y sin embargo, trata de una pelea de pareja. (Uf, de hecho, eso puede acojonar mucho, je, je.)
   
 «You wear it so well.» De Rock & Roll Heart. Qué bien lo llevas. Ese saxo molón. La cadencia que lleva al hipnotismo del título. El piano, que suena un poco a Aladdin Sane. Qué bien lo llevas y qué bien lo escondes. Todo el dolor.

   
 «Think it over.» De Growing up in public. Vale, ¿y si me gustan las nostálgicas y las tristes, qué? Esta es una canción de amor como la copa de un pino. Pero parece que no acaba bien. Es lo que hay.
  «Women.» De Blue Mask. Guitarras hacia el cielo. A mí también me gustan las mujeres. Es un hecho. Esta tiene, además, bastante humor. Se pone hasta cursi. Pero las guitarras hacen que todo sea para bien. No sabéis cuántas veces he sido capaz de repetir esta canción esperando que llegara el éxtasis instrumental.
   
«The last great american whale.» De New York. Canción protesta. Un relato moderno de esos que se saca de la mano el literato discípulo de Delmore Schwartz y de William Borroughs y de... ¿Por qué me gusta tanto una canción que parece tan simple, tan poco cantada, con un fraseo de guitarra aparentemente tan básico? En fin, para mí esto es una obra maestra. El bajo se mete sin que te des cuenta; los tambores vienen desde abajo, del estómago; los efectos de sonido crean el ambiente de una película. 
   
 «What's good.» De Magic and Loss. Pues sí. La vida mola, pero no es justa. ¿Cómo lo va a ser si es una historia que siempre acaba mal? (Faulkner dixit.)
   
 «NYC man.» De Set the twilight reeling. Más claro el agua. Soy un tipo de Nueva York. Tú di: Pírate. Y yo me voy. Un parpadeo y me habré ido. El crescendo final es tan bueno que lo puedo oír una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
   
 Talking book. Para terminar. Del Perfect Night in London. ¿Puede nuestro amor ser reemplazado por un libro que hable? Pensad, amigos. Las redes sociales, el móvil...
 

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