lunes, 29 de octubre de 2012

The Motels. Yo quise callejear por L.A.

Pocas veces he tenido tan claro que un disco merecía un lugar especial en el seno de la discografía de un grupo. A veces ocurre con ese primer disco que luego estropea el éxito (o algo similar). Puede que fuera eso lo que les pasó a los Motels.

La sensación de que Martha Davis era una mujer fatal que podíamos encontrar cualquier noche en una cafetería no parecía una mera ilusión. La guitarra espléndida de Jeff Jourard no podía ser una casualidad. La repugnancia de la vieja de la portada: rica, estúpidamente feliz, completamente sola... No podía ser un disco cualquiera.  

1979. Daba la impresión de que todo era New Wave, No Wave o punk y after-punk. ¿Y los Motels? Son algo serio. (Hasta en medio del éxito sacaron un disco excepcional: All four One.) El cañonazo de «Total Control» parecía que los iba a meter en todas las teles y en todos los cuarentas principales. Y a la altura de "Only the lonely" (del All four One), hasta sonaba en la radio de la peluquería de mi madre. Pero había algo que no acababa de funcionar. Creo que fue la mezcla explosiva de la personalidad de un primer disco rocoso, firme, apasionante, con el pecado de la ambición: productores que dieron un sonido horrible (ochentero en el mal sentido de la palabra) a otros de sus discos. Pero el primero, ah, el primero: no hay trampa ni cartón. Inmenso. 

Pongamos que empieza «Anticipating» (colgada también más abajo, en directo, en el vídeo de cuatro canciones): Sensación de peligro. Guitarra rasposa (mucho más rasposa y seca en la versión en estudio). Piano de bar. La voz de Martha narra historias de amor llenas de humo y alcohol. ¡¡¡¡Guaauuuuu!!!! Guitarrón. ¿Pero esto es un trío guarro o qué? Uf, la Gibson se enciende. Sonido hiriente, preciso, sostenido cuando es preciso y perfectamente mezclado con el resto de instrumentos. Martha se va calentando y la melodía se pone dolorosa. Si cualquiera duda de esta canción, que no siga con el disco y se retire a un lado. Por favor, no estoy para tonterías. «Me siento y te miro.»

  Anticipating by The Motels on Grooveshark

«Kix» (ver vídeo colectivo, más abajo). Patadas. Directas. Contundentes. Guitarrón, de nuevo. Mezcla genial con los teclados. Breve y al estómago. ¿Serán besos? 

«Total Control». Exitazo. Gran canción de seducción sadomasoquista. Sensual, lentorra. Vamos, una activa-pasiva que se te come de un bocado. Está en la cama. Sola. Sueña con que te presentes. Tú eres un cabrón que la ha dejado, pero... si te presentaras, ella conseguiría un control total sobre ti. Cuidado, viene el solo de saxo. Una de las mejores canciones de cama húmeda que he escuchado en mi vida. Martha, te veo paseando por las calles mojadas de Los Angeles y mi corazón me duele. Quizá seas tú, quizá tú.

   

«Love don't help». Buena canción para transitar por un disco. Se vuelve negra. No, el amor no ayuda, aunque se ponga vacilón y bailable. Bueno, qué pasa, ¿que sólo los Police podían hacer canciones de este tipo?

   

«Closets and bullets». Cañonazo. Amenazadora. Martha susurra, como siempre, y las guitarras se hincan. ¿Estás sola otra vez? Refúgiate en ese bajo acompasado al bombo, acompasado al corazón del rock and roll. ¡Qué bien se queja de su mala suerte con los hombres! Podría ser Lou Reed, pero es romántica y es de California. Final apoteósico con la guitarra que podría durar unos minutos más y nadie se quejaría. 

Vídeo: Closets and bullets, Total control, Anticipating, Kix

   

«Atomic Café». Esta era una de las que más me gustaban. ¿Por qué? Porque solo con decir el título se me pone la piel de gallina. ¿Qué historia es esa que me cuenta Martha al oído? Escucho con interés. Guitarra y saxo se ponen de acuerdo para ponerme los pelos de punta.

   

«Celia». Mira lo que has hecho, muchacha. Ay, estabas tan de guays y luego..., mira lo que has hecho. Mira lo que le has hecho. Ten cuidado, podría hacerte daño. Tía, él está enfadado y tiene una pistola.

   

 «Porn reggae». Agradable. Suficientemente buena. Pero, no sé por qué, no me interesa. 

 

«Dressing up». ¿Cómo decir que esta es una auténtica obra maestra? Esta, además, supongo que a una mujer la pondría en forma. Trata del tener que ponerse guapa, de tener que ir a la moda, de tener que ser siempre guay. Vestida para matar. Guitarras y teclados perfectamente a la par. Aúllan las sirenas, rajan las guitarras. Síííííííííííí. ¡Eso es acabar en crescendo! Yeah.

   

«Counting» es el broche final. «Every night I sit home alone Sittin' by my radio. I'm just hopin' that something good will come on But it never does.» Joder, ¿no es justamente lo que nos pasaba en 1979, cuando esperábamos a ser mayores? ¿No es lo que todavía ocurre? Qué gran canción. Y cuando la guitarra responde a la pobre Martha, sola en la noche y preguntándose qué hace en la vida, ahhhh, en ese momento el reloj se pone en hora. En ese instante, el deseo de que alguien le pueda contar qué sentido tiene la espera se hace incontenible. Suena, piano, suena. Acaba ya si quieres, rompe la tela de este dulce encuentro.

 

¡Qué gran disco! Sobre todo me asombra el sonido agresivo y exacto del guitarrista, y me intriga el modo en que desapareció del mapa (siendo el hermano del teclista, que duró en el grupo hasta el final)... y no se ha vuelto a saber. Creo que fueron cosas del amor. Debe de ser muy difícil que la líder sea un chica guapa.

Extraordinario primer disco. Se merece una reivindicación. Es uno de los grandes. Incluso pensando en lo comercial que se volvió el grupo a la postre. Qué le vamos a hacer, sólo somos humanos.

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