Sólo son dos piezas, la segunda en tres partes, improvisadas sobre el mismo movimiento, de duración prolongada y progresivamente reducida. Música envolvente, llena de matices, en un directo en el que el silencio solo es roto a veces por los ruidos de esfuerzo del pianista legendario, que se jalea, que se acompaña con golpes de los pies, mientras ese piano lo llena todo y parece una auténtica orquesta y parecen oirse unos coros cantando. Y la música se hace enorme, tan inmensa que cuando rompe el aplauso del público te quedas extasiado, porque hay música hasta en ese silencio que hoy en día es tan raro en los escenarios.
Poco más queda por decir salvo escucharlo.
Sens dubte, un dels discos més emocionants que he sentit en ma vida. L'he escoltat centenars de vegades i l'efecte continua sent el mateix. He provat de trobar música semblant però encara no l'he trobada. Melhdau s'hi acosta en alguns passatges del directe a Tokyo, tot i que no té la seva delicadesa.
ResponderEliminarTienes toda la razón Albert. La diferencia principal es lo emocionante de la interpretación, lo bien que transmite la grabación el esfuerzo físico e intelectual del actuante. Otras producciones mucho más sofisticadas y elegantes no han conseguido captar de forma tan rotunda el trabajo del músico.
EliminarGracias por leer y comentar.