viernes, 22 de noviembre de 2013

The National. A veces sueño que te encuentro.

Ojalá me equivoque pero diría que esta banda está en su momento culminante. Funcionan como una máquina perfectamente engrasada y rodada, con una facilidad y fluidez que sólo puede ofrecer la edad adulta, la maduración de ideas y el timón bien dirigido. Ahora veremos que viene, si la mar en calma que estanca o las olas y tempestades que barren al más pintado, sólo permanecen los más rocosos, inmunes a la erosión y a las fuerzas de la naturaleza.
El planteamiento del concierto fue excepcional en todo momento, la escenografía, las luces y las proyecciones extraordinariamente cuidadas. Si la música no te arrastra lo hacen las imágenes. El repertorio escogido cuidadosamente en su orden y evolución. Nunca altibajos, en ningún momento repetitivo o monótono, trazado como un camino o una etapa con sus altos y sus llanos a los que se llega siempre en el momento adecuado y las pausas para admirar lo precioso.
¿Y los músicos? Apoyados en una sección rítmica nada espectacular en cuanto a su puesta en escena pero sencillamente magistral. El batería es de lo mejor, no necesita un púlpito desde el que exhibirse, ni una batería de grandes dimensiones, sólo necesita de la muñeca y sus dedos. Lo increíble es lo poco que mueve los codos y los hombros, se basta con los diecisiete músculos del antebrazo y con los diecinueve de la mano para hacerlo todo. A veces toca tan bien que ni se nota que suena la batería, no necesita estridencias, ni alharacas ni exhibiciones. En "About today" y "Fake empire" estuvo de una calidad casi celestial. Así le fue, acabó derrengado ("dead" dijo Matt según Joserra). El resto no le van a la zaga, quizás sólo los teclados suenan como telón de fondo, faltos de protagonismo innecesario. Y es que no suenan compacto, como bloque aplastante, salvo cuando tienen que hacerlo y en los pasajes suaves se lucen al dejar apreciar por separado todos los sabores de los diferentes instrumentos. ¿Y la voz? La voz y lo que dice en las letras (originales, diferentes, a veces con un punto desquiciado) merecen punto y aparte, son fundamentales para este grupo. La personalidad del cantante, cierra el círculo mágico. Aunque no os lo creáis... ¡Se le oye!! Tiene potencia, timbre, talento. 

¿Hubo algo malo? Sí, en algunos momentos el sonido estuvo falto de brillo, retumbó algo metálico, especialmente al comienzo y no fue suficientemente lírico en algún tema de forma puntual (por ejemplo en "Slow show" una de mis favoritas, aunque un video que he visto me contradice ¿Sería mi posición?). Y el público y el ambiente, temperatura casi polar, faltó algo de histeria colectiva, esa explosión de hormonas que a veces está hipertrofiada en algunos otros conciertos aparentemente más épicos. Estaba lleno pero a veces pareció vacío. La verdad es que la noche y la temperatura gélida del palacio también hicieron lo suyo.

Lo disfruté mucho, pero seguro que hubiera sido mejor en un sitio más pequeño y con mejor sonido. Acompañado de más entregados y menos curiosos. Pero ya se sabe: no se puede tener todo, pero yo soy muy avaricioso.
También me hubiera gustado decir al oído:"Esta es tu canción" pero no había nadie para hacerlo y ya hace un tiempo que esta parado el péndulo de ese sueño.
La mañana, subido en lo alto de una terraza, en un luminoso día de otoño que, aunque fuera el mediodía (que no es la mejor hora para ver las hojas y los horizontes), tenía magníficos tonos amarillos, verdes y turquesa (que es un color que yo no reconozco pero con bonito nombre), deleitado por espléndida compañía, compartiendo sensaciones, gustos y afectos, nos hizo ver a todos la grandeza del momento. Pasarán los años y seguiremos reviviéndolo.

2 comentarios:

  1. Grandes comentarios leídos sobre este concierto, aunque el tuyo es el único que habla también de esa frialdad tan, lamentablemente, típica de una escena local (la madrileña) que últimamente parece algo caprichosa. De todas maneras, creo que The National no son, de momento (ni creo que lo lleguen a ser nunca), un grupo de éxito masivo. Pueden ser casi tan buenos como REM, pero son y serán más fríos.
    Bueno, corto el rollo. Saludos,
    JdG

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    1. Gracias por tu comentario que siempre es bienvenido en este blog. La frialdad no es tan típica de la escena madrileña. De hecho es generalizada entre el público actual. La frialdad, la indiferencia e incluso la falta de respeto, la incontinencia verbal, los gritos a destiempo y la falta de cultura musical y mínimo criterio. A veces me siento imbécil cuando un concierto no me gusta y todos vociferan. También es fomentada por los organizadores de los eventos, más preocupados por sus bolsillos que por la calidad del sonido o la confortabilidad del local. Saludos

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