sábado, 17 de diciembre de 2011

Okay, the Allman Brothers Band...


...dice el speaker, y así comienza uno de los discos dobles en directo más valiosos de la historia de la música de todos los tiempos, si tenemos en cuenta sólo el entorno del sistema solar: At the Filmore East.

Blues-rock, rock sureño, largos interludios instrumentales, solos de guitarra para tener la boca abierta, canciones cortas con pegada y largas para que no quieras que acabe la noche (en medio del concierto se oye que alguien grita: Play all night!. Y casi le hacen caso, porque los conciertos de esta gente siempre son de tres horas o más). Son tan buenos y tan poco ambiguos que cada año, ahora mismo en 2011, cada año, hacen una sesión de conciertos de una semana o dos semanas en Nueva York, y cada año se llena. Yo creo que para la primavera, en EE. UU., se esperan las primeras flores y a los Allman Bros. La gente sabe lo que ofrecen, no hay trampa ni cartón. La gente sabe que van a disfrutar como cochinos.

¿Qué se puede pensar de una banda que suena como una relojería de ensueño? ¿Y de un blanquito que toca el órgano y que canta como los angelitos negros? ¿Y de dos guitarristas que lo bordan (uno de ellos convertido ya en un mito, casi tan respetado como Jimi Hendrix -si no, que le pregunten a Eric Clapton-)?. Tocan clásicos, tocan originales, improvisan (dentro de un orden) con inspiración. En fin, tocan tan bien que acarician.

Amigos, creo que mi hermano compró dos discos cuando..., ¡jo!, ya no me acuerdo..., bien, creo que los primeros discos que compró fueron Tales of mistery and imagination, de Alan Parsons (ojo, que no está nada mal, que luego hizo bodrios, pero...), y Ummaguma de Pink Floyd, y luego un doble recopilatorio de Allman Bros., ¿o fue primero este que nos ocupa, At the Filmore East?El caso es que fue de lo primero que rodó en el tocata, y rodó, y rodó, y rodó. Vamos, que lo he escuchado cientos de veces (eh, eh, cientos de veces, no exagero, es imposible exagerar). Y aún hoy me pone firmes... y a rodar y rodar, rodar y rodar.

Las letras son puro blues, historias de desazón o de amor contrariado. «No me quieres, bonita, no me quieres, ya lo sé. Si me dejas, bonita, me vas a hacer tanto daño... Se lo voy a decir a mi madre, y a mi padre también. Le voy a contar a todo el mundo lo que las jovencitas le hacen a la gente.» Qué inocencia, por Dios. Pero es directo, simple, y muy sentido. Cuando entran los solos de guitarra, el corazón nos sangra.

Los Allman son un grupo completísimo, una orquesta como quien dice: dos baterías que suenan tan bien y dan tanto ritmo ¡que parece que sólo suene una con muchas percusiones; dos guitarras (el no va más de la banda); bajista monumental; órgano repleto de swing; voz de taberna. ¿Se puede pedir algo más? A veces, una armónica.

Ah, y que nadie se los pierda hoy en día (los sustitutos de los originales, de los guitarras y del bajista, son tan buenos o mejores). Tuvieron una época malilla, en los años 80 y 90; pero ahora están en forma. Hacen el mismo repertorio y le suman un montón de canciones más a la misma altura (de hecho, su último disco en estudio: Hittin' the note, del 2003, era una obra maestra absoluta). Y yo me acabo de bajar la revisión de este grandísimo disco en el Fillmore que han realizado este mismo año (en el blog de zinhof).

Bien, aquí van las canciones; ni están todas, ni todas son exactamente de este disco, pero es que internet, aunque sea una monada, no es un milagro.

No es la mejor formación, pero... ahí va Staresboro Blues.



Umm, parece que amanecerá un lunes tormentoso.



Y esto es un Whippin Post histórico, un poco deteriorado como documento, pero impresionante.



El precioso instrumental de Dickie Betts, In memory of Elizabeth Reed.



Tú no me quieres. Pues yo tampoco.



No me dejes preguntándome..., que me pongo malo.



No voy a perder más el tiempo (aunque no tengo ni idea de cómo voy a aprovecharlo).



Y para que veáis cómo tocan hoy un clásico de entonces. Dulces Dreams.

2 comentarios:

  1. Visto des de la distancia, entonces estaba convencido de que era puro blues incendiario. Hoy me parece mucho mejor. Para mí, a esto hoy se le llama jazz.

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    1. Yo cada vez soy menos amante de las etiquetas, especialmente desde que los críticos musicales se empeñan en ponerlas. ¿Para que sirven? Si te gusta sube el volumen y a disfrutar.
      Gracias por pasarte y comentar.
      Saludos.

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