miércoles, 12 de marzo de 2014
Mark Hollis. Plegarias del silencio.
No tengo ni idea de cómo descubrí este disco. Ni siquiera recuerdo ser muy consciente de que Talk Talk fueran un grupo que pudiera interesarme (estoy hablando de los últimos años 80) ni que yo supiera quién era Mark Hollis (ahora estamos ya a últimos de los 90). De alguna forma lo relaciono con mi seguimiento de la carrera de David Sylvian. Alguien pudo hacer una comparación. Puede que leyera una sugerencia. En fin, compré el cedé cuando salió, en 1998.
Fue una revelación instantánea. Pero de ignición muy lenta. Supe que aquello me gustaba mucho, pero me daba miedo que fuera un espejismo. No creo que haya escuchado este disco más de treinta veces. Como si temiera desgastarlo, o como si estuviera prescrito únicamente para momentos infrecuentes.
Ahora ya han pasado muchos años, ¿no? Ya se puede juzgar.
Es una obra maestra. Lo digo incluso guardando reparos: la voz de Hollis..., ¿demasiado quejosa?, ¿demasiado blanca? Canta muy bien, qué voy a decir. Pero sueño con algo que equidiste de la gravedad de Sylvian y la fragilidad de Hollis. En fin, para eso estamos los consumidores, para poner en duda la cantidad de sal y pimienta.
La música está construida con un minimalismo espectacular. Cuando suena cada instrumento, se me encoge el alma en la pureza de su sonido. Las guitarras acústicas, uf, parece que rasguen la tela de un silencio místico. Los armonios, los pianos... Pero parece que con estos plurales doy la impresión de que suena mucha música. No. He dicho que es minimalismo. Suena muy poca música. Pero es maravillosa.
Es música de cámara. Podría ser blues blanco. Si Weather Report hacían música barroca dentro del jazz-rock, esto es música contemporánea dentro de la canción melódica. No hay canciones con estructuras obviamente repetitivas. Cuando te das cuenta, estás metido en la corriente. Cuando aprecias las repeticiones, uno se da cuenta de que ya no las busca. Y te dejas llevar.
Tiene peligros. Lo reconozco. Puede resultar pretencioso. Sin embargo, ahora mismo estoy dispuesto a discutir con quien defienda que la música sólo se limita al entretenimiento. Dios mío, estaría dispuesto a batirme en duelo con quien sostuviera que el arte (por ejemplo, la literatura) sólo sirve al entretenimiento.
No puedo entrar en las letras. (Mira que les intento buscar sentido, que a veces incluso las entiendo. Una especie de pintura a brochazos de versos.) Lo importante es la manera de cantarlas. Un epitafio. Expresiones sueltas. Voces quejosas. Voces suplicantes. Oraciones. Solamente otro instrumento. Y es suficiente.
El disco en lista de reproducción:
O el disco entero:
Ambas opciones son buenas. El caso es que no tiene mucho sentido distinguir canciones, al principio, porque lo importante es apreciar el estilo, la hermosura de la propuesta, el timbre sensacional de los instrumentos, la tensión del silencio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Disco muy complejo, muy duro pero precioso. en la linea de los dos últimos discos de Tal Talk igualmente imprescindibles
ResponderEliminarSí, y precisamente ahora me doy cuenta de lo de Talk Talk.
EliminarBelleza infinita.
ResponderEliminarDa la impresión de ser una destilación rara, una essence, blue, donde love is hell y se divisa una pink moon. Uno de esos discos.
EliminarSi efectívamente, mucho más que entretenimiento. Ese piano de "The Colour of The Spring" llega muy hondo, muy dentro. hacia un magma que siempre borbotea en cámara lenta.
ResponderEliminarNo conocía al artista, gracias por la oportunidad.
Saludos,
JdG
Gracias por la visita. Salud.
Eliminar