sábado, 19 de octubre de 2013

Javier Bergia. Punto y aparte



Vamos a seguir con la tónica de repetir artista, pero esta vez a causa de una novedad discográfica. Javier Bergia saca su enésimo disco y sigue sin figurar en la estantería de novedades de la Fnac, y sigue sin estar en la estantería más lógica. No es que a mí me moleste encontrarlo en pop-rock, es que me entristece que alguien pueda perdérselo. Claro que yo lo busco hasta que lo detecto, y si no, hasta me atrevo a preguntarle por su paradero al dependiente de turno.

En esta ocasión sí que se puede afirmar que Punto y aparte es un disco de cantautor, y por cierto que no representa un desdoro para ningún aficionado a la música. Me molesta un poquito que haya quien distinga con mohínes el pop del rock y el jazz del blues y... ¡Pero si es música!

La primera, la canción que da título al disco... Mmm, ya la conocía de unos piratas que me fabriqué con una web alucinante, donde se podían ver conciertos completos filmados en locales de escaso aforo y apretujamiento gozoso. Búho Real, Libertad 8. Yo sólo he pasado por allí de turista, pero los directos que me grabé (de 2007) no tienen desperdicio. Javier Bergia en estado puro. Y «Punto y aparte» data de aquella época. Maravillosa. Una canción que esconde tesoros dormidos, patrias pequeñas que no tienen balcones y que luchan a morir con un par de... sandalias. La única patria que a mí me interesa.
La segunda es «Quijotesis». El título de la canción es horripilante. Jo, ya sé que es una humorada, pero... Por suerte, uno se olvida cuando la escucha. Y encuentra una letra bella y muy inteligente, que es capaz de escribir una autobiografía sin lagrimones. Atención, y ya se aprecia, para el que lo dudara, que aun sin batería, el disco va sobrado con el bajo y la tabla. Qué bueno ese laúd (en el disco, claro, porque lo que viene es en directo).
A ver, el single, el vídeo, la canción de enganche. En el disco es la número 10. Obra maestra. O-bra-ma-es-tra. Tiene la vergüenza de quejarse en un tiempo en el que, si no se monta la guillotina eléctrica en la plaza pública, al menos se puede hacer música hermosa con verdades a pleno pulmón. Shhhh. «Silencio.» Escúchala sin prejuicios.
¿No es acaso un verdadera maravilla? Anda, ponla otra vez. (Yo lo acabo de hacer.)

No, amigos, no hay más canciones de este disco en internet. Al menos individualizadas. Lo que sí hay son conciertos-entrevista para partirse de la risa y para pensar cinco segundos en las tribulaciones de un músico profesional en los tiempos que corren (si no ha sido difícil serlo en todos los tiempos). Bergia repite como una cantinela que ya ha cumplido 50 y que es la hora de los resúmenes. Bueno, para mí que le quedan muchas horas de bienaventuranza por delante. ¡Salud, liróforo celeste!

A falta de la prueba de Santo Tomás, podéis confiar en el hecho de que mi reproductor de cedé no falla. Una vez colocas el disco en la bandeja y le das a play, se reproducen 12 canciones 12 tan hermosas como «Cósmica, mística y gaseosa» (la estoy escuchando ahora: de verdad, haceos un favor: id a comprar el disco). Lo digo yo, que en la distancia del tiempo negué tres veces al maestro, cuando echaba de menos las guitarras eléctricas..., y tuve que cerrar la boca ante la evidencia de mi error.
 
Esta es una de Hilario Camacho que también tocaba allá por 2007.
Y esta es una de Rodrigo García, de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. También es una de las que suele hacer en directo. Hasta ha sugerido que le apetece hacer un disco de versiones.
Ohhhhh, con Begoña Olavide. Qué bueno. Qué bueno.





















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