De nuevo los aplausos del público se desbordan y parece como si ese fuera el orden del "setlist" del concierto y Graham Nash dice "This is from my second album" y predica como si fuera un sacerdote sobre el trato a dispensar a los niños. Y se marca un clásico por todo lo alto con "Teach your chlidren" y los que hacen los coros los recitan como si fuera flamenco de ese que eriza los vellos.
Siguen con una breve introducción y ahora es David Crosby el que se arranca con "Triad". La cosa más parece una "jam session" en casa de unos músicos que un concierto, sólo los masivos aplausos dicen lo contrario, charlan como si se contaran cosas íntimas de las canciones. La interpretación es tan sentida que parece que compitan uno con otro. De hecho lo hacen y por eso el disco es tan magnificente y por eso se pelearon tanto. Cada canción pretende superar a la anterior. Los que corean lo hacen con admiración y envidia y esperando su turno. En realidad no cantan para el público sino para ellos mismos.
David Crosby no cede el micrófono y enlaza con "The Lee Shore" una emocionante canción con esa metáfora sobre la vida y la navegación solitaria. Al fin y al cabo sólo somos barcos a la deriva.
Y ahora viene una reivindicativa: "Chicago". Nuevamente en la voz de Graham Nash. Clamando ahora al unísono para cambiar el mundo. Como hemos querido o soñado todos cambiarlo hasta que nos hemos desengañado. Hasta que nos hemos dado cuenta de que es el mundo el que nos cambia a nosotros sin remedio, ese día en que decidimos bajar al fin los brazos y entregarnos avergonzados.
Se inicia la cara B de este primer disco totalmente acústico con bromas y amagos en "Right between the eyes". Graham Nash de nuevo al mando, casi en solitario, solo con unos suaves tarareos de fondo. Parece que esta canción es un intermedio, están descansando moviendo suavemente las cabezas mientras va sonando el tema.
Recuperan el pulso de inmediato con la re-entrada de Neil Young en escena con una arrebatadora versión de "Cowgirl in the sun", la guitarra incial es casi trágica, y cuando entra la voz los aplausos la interrumpen porque saben que vuelve el nivel más alto. Inicialmente sus compañeros callan, ahora sobrecogidos por la potencia que envuelve toda la interpretación cuyos versos van "in crescendo" hasta el lamento final.
Young se niega a abandonar el escenario y enlaza con "Don't let it bring you down", quizás para recomponerse de haberse desmembrado en la anterior. Sigue utilizando ese falsete tan característico y que ha influido tanto en el de algunos músicos actuales.
Al fin le dejan un hueco a Stephen Stills, arrinconado desde el primer tema, casi le piden perdón cuando lo presentan. Él se lo toma tan en serio que se marca un "medley" de tres canciones. Su arranque vocal acompañado por el piano es supremo, gira levemente el timón del estilo que parecía un poco anclado. Acelera al público haciéndoles aplaudir con denuedo, le da un toque casi de coro de iglesia. Da un auténtico mitin político/religioso.
El público se vuelve loco y él insiste con otra canción que anuncia un intermedio. "Love the one you need" reúne de nuevo las voces de todos en la interpretación de un clásico que perdurará cuando a ellos ya los hayan olvidado.
El intermedio sirve para que ahora vuelvan con todo electrificado. Por si alguien había gritado "marcha" en el anterior apartado. Abre Graham Nash (el menos eléctrico de todos) con "Pre-Road Downs". Corta pero efectiva como precalentamiento. Claramente pop.
Las canciones cada vez se van alargando más, David Crosby se encarga del espectacular de "Long Time Gone" en una onda claramente de "southern rock", ese mezcla de country, rock y blues hecha por blancos. Por momentos parecen los Allman Brothers. Trallazos guitarreros incluidos.
Todo ello no son más que preparativos para el más potente de todos ellos en esta vertiente. Neil Young interviene por todo lo alto con "Southern man", para mí el momento cumbre del concierto, con esas guitarras que van cogiendo carrerilla a medida que avanza el tema, que te teletransportan y te elevan, que obligan a cerrar los ojos para no quedarse cegado. Estas tres canciones completan la tercera cara, pero son suficientes.
El colofón final viene en la cuarta cara, con una del "tito Neil" y dos de Stephen Stills, los más rockeros del grupo de largo. "Ohio" una corta de Young para que no se enfade el resto y "Carry on" y "Find the cost of freedom" (acústica y cantada "a capella") de Stills cierran definitivamente y de un modo espectacular un álbum sencillamente histórico, que todo el mundo debería tener en su discoteca personal y seguir oyendo de vez en cuando.
Yo lo compré cuando apenas tenía 16 años y hoy al re-escucharlo he comprobado como sigue golpeando bien alto. Os lo dejo en la versión entera, "bonus tracks" incluidos. A disfrutarlo y no os olvidéis de seguir pregonando a los cuatro vientos que estos músicos que viajaban por cuatro carriles separados y que se peleaban en los vestuarios, dan aquí toda una lección que merecería ser interpretada en los grandes teatros como mínimo una vez al año.
Poco puedo añadir...Con estos cuatro musicazos en plena forma y en estado de gracia absoluta, solo se pueden añadir palabras. Una obra cumbre del rock que nos ha marcado a todos a fuego candente. Su sola escucha, ruboriza a casi toda mi discoteca.
ResponderEliminarTienes toda la razón, cuatro genios juntos subiendo el listón muy alto. De esta entrada tienes buena parte de "culpa".
EliminarGracias por pasarte por aquí y por comentar.